jueves, 18 de noviembre de 2010

domingo, 1 de noviembre de 2009

El reloj de la vida

Revisando distintas páginas de internet que hablan sobre fútbol, ocio que trato de hacer regular, me entero de la siguiente noticia: esta semana se retiró Henrik Larsson.

Como no recordar a Larsson. Su destacado papel en el Mundial de USA 94 con su selección, su velocidad y potencia de remate, la mítica fractura de tibia y peroné mientras defendía los colores del Celtic en Escocia, su pasó por el Barça o los dos meses que estuvo en el Manchester United. Henrik Larsson es el sinónimo de lo que los argentinos llaman el inoxidable, esos jugadores en que los años no hacen más que ratificar su calidad. Pero se retira, se aleja del fútbol.

Hablemos un poco de sus logros futbolísiticos. Larsson es uno de los máximos íconos de Suecia en los últimos años, un privilegio en el que lo acompaña el talentoso y complejo Zlatan Ibrahimovic. Sin embargo, Henke tiene una gran diferencia frente al delantero del Barça: fue partícipe de unas las mejores presentaciones de Suecia en un Mundial. En la Copa del Mundo del 94, Suecia se lució y fue la gran sorpresa, sorteando un grupo complicadísimo (con Brasil de Bebeto, Romario, Branco y Dunga, que finalmente sería el campeón del torneo; Camerún, que venía de ser 4º en Italia 90 y contaba con figuras consolidadas como Milla y jóvenes que luego darían que hablar, como Song y Foé y; la temible Rusia con la gran figura de Oleg Salenko), venciendo a rivales complicados como la Rumania del extraordinario Gheorghe Hagi y la sorpresiva Bulgaria del gran goleador del torneo, Hristo Stoichkov (6 goles en 7 partidos), equipo al cual golearon para adjudicarse el 3º lugar en la Copa Mundial. De hecho, solo perdieron un partido, jugando las semifinales con Brasil, con un tardío gol de Romario, cuando los suecos le hicieron gran pelea al equipazo pentacampeón. Brolin, Andersson y Mild eran algunos de los nombres de esa Suecia, quienes, junto a Larsson, la llevaron a ser la gran sorpresa del torneo.

Henrik Larsson lo ganó todo, excepto el Mundial, logro al cual estuvo cercano como comentaba. Observen su palmarés: levantó 2 Copas de la Eredivisie con el Feyenoord, siendo ícono del club y figura, luego se matriculó con 4 Ligas y 2 Copas de Escocia con el Celtic de Glasgow, quedandose con la bota de oro en el 2001 y siendo una leyenda de la afición. Más tarde llegó al Barcelona, siendo un comodín ideal para Rikjaard, club en donde obtuvo 2 ligas, una supercopa de España y la ansiada orejona 2005-06. Luego volvió a casa, al Helsinborgs sueco y, en un proceso de 2 meses, fue solicitado por Sir Alex Ferguson y obtuvo la Premier League jugando 7 partidos y dejando una gran impresión en Inglaterra, pues el ManU buscó su renovación, pero no hubo mayores frutos para los Red Devils, Henrik estaba feliz y tranquilo en Suecia. Aquí obtuvo su último título, la Copa de Suecia con el Helsinborgs, su hogar en el fútbol. Y en cada lugar donde jugó Larsson, en cada sitio donde se puso la camiseta de un club, Larsson era sinónimo de buen fútbol, de jugador estóico, de coraje y empuje en la cancha, superando lesiones horribles en su carrera, con gran olfato goleador, inteligente, notable luchador.

Yo lo recuerdo perfectamente. Rememoro, con imágenes de niño que recién comenzaba a apreciar el fútbol con curiosidad e ignorancia, el tercer lugar con Bulgaria y lo que daba hablar esa Suecia en el Mundial del 94. Luego, más consciente, sus pasos por el Barça y el Manchester, junto a sus constantes apariciones en Suecia y el poderío ofensivo que alcanzaban con Henrik y Zlatan en ofensiva, gran temor que daba a los rivales por tal dupla en ataque. Larsson tuvo la suerte de compartir camarín con interesantes goleadores de su país como Elmander, Allback, Ibrahimovic, Dahlin y Andersson, junto a otorgarle a los nórdicos uno de los grandes logros deportivos internacionales que han tenido en su historia.

Y ahora se va, se retira, ese Larsson que siempre sonaba en las nóminas, que siempre salía en un equipo grande para hacer historia, aquel hombre simplemente dejará de hacerla. Y llegan emociones, pensamientos encontrados. Un silencioso, un jugador regular, un pibote del área se retira para que otros comiencen a marcar su historia. El tiempo va pasando y nos hacemos un poco más viejos, el fútbol pareciera ser el reloj de la vida y nos va marcando etapas de como apreciamos este deporte. Uno ya es consciente y se asombra con el alejamiento de jugadores tan conocidos y que pensábamos como inamovibles, eternos, de siempre en el fútbol activo. El tiempo sigue su curso y uno no hace más que observarlo, extrañado, con algo de asombro. Como bien diría un gran amigo, el tiempo nos pasa encima como una aplanadora.

Larsson cuelga las botas y Suecia lo recordará por siempre como un grande. Nosotros solo observamos este deporte catalizador y contemplamos el paso de los años a través del balón, tantos partidos, tantos hombres que han pasado por la misma cancha y con la misma función de que la pelota acaricie las mallas para celebrar un gol, como siempre se ha hecho, como siempre se hará. El fútbol, reloj de la vida, nos hace más sabios y más viejos. Larsson es uno que quedará para siempre en mi retina como un grande.


Saludos.


martes, 20 de octubre de 2009

Pizarro, el cuerdo






Take it easy on me now
I'd be there if I could
I'm so full of what is right
I can't see what is good
Rush


Yo soy una persona simple. Tengo mis principios básicos, mis aficiones, mis conflictos, enemigos y amigos, malos momentos, algunos no tanto, ciertas fortalezas. Y, dentro de todo, hay una cuestión que destaco absolutamente, que admiro a puro corazón y considero esencial dentro de la vida, para los que la poseen, a pesar que ello no siempre (o, digamoslo, casi nunca) lleva a lo que es bueno o lo que creemos como tal. Gente querida que lee este blog, estoy hablando de la rectitud.

La rectitud es la integridad, la conciencia de tus principios y coherencia con ellos, un margen o índice de moralidad que se traduce en lealtad y severidad, algo que uno tiene consigo mismo, un acuerdo personal de ser recto. Algo tan difícil, tan exagerado, que provoca en mi una admiración por quienes poseen ese carácter, una profunda confianza en que las cosas pueden ser mejor, siempre, a pesar de la mierda en la que nos encontremos.

El problema es que siempre en nuestra sociedad existen quienes se encargan de destruir eso, burlándose de los principios que algunos sobrellevan en su piel, destruyendo esa luz que a veces parece salir en ciertas personas. Bueno, desde ya les digo, a todos ustedes, que se vayan a la mierda.

Váyanse a la mierda los que hablan mal de David Pizarro. Así se simple, totalmente directo, sin razones previas. Agarren sus cosas, contemplen con desencanto la situación y retirense a la pestilencia de su preferencia, la cual siempre será mierda, no lo olviden.

Porque Pizarro es un jugador recto, un hombre leal con sus principios, un jugador que día a día sufre con no poder estar en Chile. ¿Qué digo? Pues eso, que a Pizarro se le nota el dolor de no poder estar en esta Selección, situación que lo lleva a haberse equivocado en intentar un regreso absolutamente errado, pero que él mismo se encargó de corregir, antes de cualquier sentencia dirigencial o táctica.

Vayamos en orden. David Pizarro es de esos jugadores que no se encuentran mucho en este país, que la suerte nos trajo para enseñarnos de profesionalismo y seriedad. Ídolo de la Roma, regular hace más de 8 años en un fútbol tosco y difícil, Pizarro es de esos jugadores callados y sencillos afuera de la cancha, que no olvida sus raíces ni su club, que cada vez que puede vuelve a ayudar o acompañar a su gente, a su casa, que tiene memoria. Pero dentro de la cancha es un irreverente, de carácter fuerte, bueno para la cachaña y que aprendió a jugar en una posición que por su altura y físico le es difícil, en el fútbol más complicado para un contención, habiendo compartido posición con De Rossi, Cambiasso, Muntari, Stankovic, Pinzi y Aquilani, por nombrar a algunos de los que acompañaron al 8 o lo llevaron al banquillo.

David Pizarro renunció a la selección cuando la cosa era solo carrete y copete, mientras el Pelao Acosta encendía la parrilla y Pinilla, entre otros, desatapaba las botellas. Mientras se desnucaba buscando regularidad en Italia y viajaba siempre a defender a su selección con dignidad y profesionalismo, aparecían los de siempre y dejaban su trabajo de lado, de manera ridícula para nuestro país y la selección. No tenían coraje, cojones, fútbol ni seriedad, así nadie podía. Ni siquiera Pizarro podía, ante entrenadores que avivaban la cumbia y futbolistas poco profesionales. Y renunció a su sueño de lograr objetivos con la selección y llevarla a algún logro histórico mayor al 3º lugar en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000, con el gran Zamorano a la cabeza (y frente al Camerún campeón de Eto'o y Mboma, y España subcampeón liderados por Xavi y Puyol). Dejó la selección, se dedicó a su fútbol y se alejó de quienes impedían que este país creciera.

Luego fue elegido Mayne-Nicholls, llegó Marcelo Bielsa y Chile comenzó a funcionar. Ojo, el tema es funcionar profesionalmente. Era igual prescindir de Vidal, Isla, Jimenez o Valdivia, la indisciplina no se perdonaba, la falta de profesionalismo no era aceptada en la selección. Adios los Puerto Ordazos, los saunas y la piscola. Bienvenido el fútbol y la regularidad.

¿Y que pasaba ahí? Pizarro se mantenía firme, recto con su posición. ¿Era la mejor? Natural y evidentemente, no. Pizarro sabía que no era bueno abandonar la selección, considerarse un traidor para quienes no entienden que alguien puedar dar el paso al costado cuando nada funciona, abandonar sus principios. Porque la cosa no funcionaba bien y no podía volver cuando funcionaban mejor o cuando eran idóneas. No podía, sus valores se lo impedían, por muy bueno que fuera.

Y se equivocó. Intentó lo bueno, seguir un camino distinto al que siempre ha guiado su carrera y encontró odio, rabia, indiferencia. Porque seamos reales, Pizarro no podía volver en este tiempo a la selección y lo tenía clarísimo. No era correcto, no era leal, pero había un Mundial al frente, un campeonato único para cualquier jugador. Intentó, por primera vez en su fútbol, seguir lo bueno a pesar que no fuera correcto. ¿El resultado? No lo hizo. Por la razón que sea, lo que inventen, lo que digan, lo que sea real, da lo mismo. Pizarro no lo hizo, no volvió y, créanme, no iba a volver. Créanme, su rectitud es mayor a su intención de tener lo bueno, es su karma, algo que va llevado en su piel. Y tanto cuando hablaba hace 1 mes de la selección, hace 6 o desde que la dejó, siempre se veía su dolor, su pena por la decisión, su rabia, su odio. Y todos lo detestan, lo basurean, lo olvidan, como siempre lo hacemos. Porque no reconocemos al recto, pero admiramos al vivo. No valoramos al leal, pero nos quedamos siempre con el que sabe vivir.

Yo respeto al jugador recto, al futbolista profesional, al hombre leal. Yo respeto los valores de la seriedad, el mantener los principios, el tener memoria y vivir conforme a ello. Aunque duela, la rectitud es mi principio y David Pizarro es el jugador más profesional que hemos tenido en el último tiempo. Y lo respeto y valoro a muerte, como a todos aquellos que mantienen tal noble actitud y viven su vida así. ¿Y los demás? Ya lo he dicho, ¿para qué repetirlo?

Saludos.

domingo, 11 de octubre de 2009

No te apures en dormir que el sueño va a llegar


“Padre, padre, padre querido. Tú que me llevaste por primera vez a un estadio. Viejo, tú que me hiciste conocer de cerca a las estrellas del fútbol y que te fuiste antes de lo previsto para estar más cerca de ellas. Quiero que le cuentes al gran Julio Martínez, quien era tu ídolo. Quiero que le digas al gordo Santibáñez, al gordo Campuzano, mi gran amigo, cuéntale a Fernando Cornejo. Susúrrale a los padres de los grandes goleadores Zamorano, Chupete y Caszely que están hermanados viendo como Chile se mete en un Mundial. Avísale a Chamaco y al gran Mumo Tupper. Avísale de pasada también a Erwin, hermano de Polaco; a Franco Carcuro, que partió hace poco, y a todos los chilenos futboleros que están allá arriba y partieron en forma anónima, que el país está de fiesta, que un puñado de nobles jugadores nos llevan a otro Mundial. Sí… cuesta tanto estar ahí, nos gusta tanto este deporte que lo celebraremos como Dios manda, seguramente habrá peregrinaje en todas las ciudades de Chile. Te cuento que esta Roja le quebró la mano al destino. Le guapeó en el mítico Centenario a Uruguay con el gran Matador en su adiós definitivo de la Roja… así se despiden los elegidos. Te cuento que esta Roja, en un ambiente canibalesco, lleno de hostilidades, se paró en Lima y le ganó después de 25 años a Perú. Este equipo se instaló en el techo del mundo, allí donde cayó estrepitosamente Argentina de Maradona, ahí donde falta el oxigeno, ahí donde todos se ahogan para derrotar a Bolivia. Te cuento que fuimos a Paraguay y le ganamos en forma inapelable, quitándole el invicto. Te cuento que por primera vez derrotamos a los que bailaban siempre con la más hermosa de la fiesta, sí, le ganamos a los argentinos en una noche épica, inolvidable, inolvidable, de imposibles. Te cuento que llegó allende los Andes un loco lindo, sí es verdad, un tipo obsesivo, profesional, que llegó a buscar su revancha a un país de mentalidad perdedora, a un país del submundo futbolístico. Como nos ha hecho creer que en la frase creer es poder. La vida, la vida amigos y el fútbol, sí, nuestro fútbol es como un camino cuesta arriba, pero saben desde acá en lo alto la cima, la cima y la vista es genial. Silencio, silencio dije, que en este sur que milagrosamente existe ya nos llegó el sueño Mundial. ¡Sudáfrica, Sudáfrica desconocida, espéranos, porque quizás será la primera y ultima vez que estemos presente en la cita reservada para los mejores! ¡Sudáfrica, Sudáfrica espéranos, allá va la marea roja! ¡Sudáfrica, allá vamos!

Queda nada, queda poco. No te apures en dormir que el sueño va a llegar. Y el sueño llegó, Polaco. De la mano de este Loco Bielsa, de estos jóvenes jugadores estamos a segundos, a un suspiro de meternos a Sudáfrica… No queda nada, no queda nada. Como diría Quelentaro, el gran músico chileno, restaré más valor para el humo que lloro con leña seca-- Señoras y señores, amigos del CDF, a lo largo y ancho del territorio nacional, Chile después de 12 años se mete en un Mundial. ¡Sudáfrica espéranos, porque allá vamos!”

(Claudio Palma, relato final del partido Colombia - Chile a los 88' de partido, 10 de Octubre de 2009)



domingo, 4 de octubre de 2009

Lo que el fútbol nos da, hasta en los peores momentos


El sábado llegó el superclásico y, pocos lo esperaban, pero ganó Colo Colo. ¿Las razones? Respeto, cojones y temple.

En primer lugar, el respeto se diferencia en los camarines.

Por un lado, Tocalli es un mal técnico, cuestión que ha comprobado con creces en todo este tiempo (y que ya fue analizada hace un tiempo aquí, en su blog amigo xD). No tiene un esquema asegurado, duda de las posiciones, los jugadores, la estrategia y otorga malas posiciones, aparte de su falta de lectura de los partidos en juego y tantas otras ya criticadas. Sin embargo, el entrenador albo tiene una virtud: es decente. A pesar de la lluvia de declaraciones lanzadas por Basualdo, Tocalli evitó el tema antes, durante y después del partido. Y esto último es lo esencial, puesto que cuando se tiene el triunfo en las manos, el resultado a tu favor, siempre comienzan los excesos de orgullo y la basura hacia el resto, para así autovanagloriar el éxito y descargarse hacia otros. Pero no, Hugo Tocalli solo habló de su equipo, sus jugadores, las virtudes y defectos del planteamiento táctico. Y cuando le preguntaron por Basualdo, simplemente respondió: "yo no hablaré nada sobre él". Decencia, rectitud, un caballero demostrado cuando se tiene la opción de destruir y mofarse de quien te tira la artillería antes de tiempo.

Por otro lado, Basualdo. Como dijo Garcés, ¿a quién le ha ganado Basualdo como entrenador? O sea, hizo una campaña interesante en Santiago Morning y luego llegó a la U, a la cual tiene en los cuartos de final de la Sudamericana. Ok, está en pleno desarrollo de su carrera como DT. Pero, respondanme esto, ¿eso le permite al argentino creerse un ente superior a otros, enjuiciar valoricamente e intentar destruir, solo con palabras y sin acciones? Díganle a Basualdo que se baje de la nube. Ya lo aterrizó Paredes (que, recuerden, dijo que no trabajaba pelotas detenidas, justo la forma en que llegó el único gol del partido) y Garcés. Visogol dijo: "que no se olvide de donde venimos" y Garcés lo calificó como un técnico sobredimensionado, sin logros como entrenador y ordinario. Lógico, absolutamente lógico. Quien olvida de donde viene, de las raíces, de tu status y no es respetuoso con sus pares, se vuelve un ordinario, alguien que no tiene peso para nada. La garra no se gana por insultar a otros, los huevos no se hacen mirando a los demás en menos. Se hacen materializando tu idea de vida y de fútbol en la cancha. Si dices que ningún equipo le puede temer a un estadio y luego juegas 4-5-1, con solo 2 hombres en ofensiva (Montillo y Olivera), para luego centrarse en criticar las individualidades, el cansancio y el arbitraje ¿qué demuestras? Que es una persona falsa y sin respeto por nada. Desde sus principios mínimos, sus pares, el plantel, la hinchada y la institución. Apréndale a Carvallo, que contra Velez señaló que faltó jerarquía. Apréndale a Tocalli, que en ningún momento se manchó al hablar mal de Basualdo. Son valores mínimos, que afectan, que guían y sirven para con un entrenador de un plantel. Es un líder negativo y que le hace mal al fútbol, a un equipo que busca algo, pero aún no sabe que. El técnico de la U es alguien prescidinble, evitable en todo sentido. Y ahí perdió la U: en tener una banca leal con sus valores futbolísticos y respeto hacia todo la esfera, especialmente lo que representa una institución histórica y de peso para nuestro fútbol. La U no se merece eso.

En segundo lugar, los cojones. Desde el técnico al plantel. Es que la U no puede ir al Monumental creyendo que con un 4-5-1 va a ganar el partido. De hecho fue un 4-4-1-1, una situación inaceptable para el hincha azul. Un clásico se sale a ganar, así de simple, si hay que buscar el triunfo, tienes a tu rival histórico, ese color blanco que, por instinto y principios, buscas teñir de azul para ganar el partido. Y, ojo, no es una lucha a muerte, sino que una lucha de pasión y de cojones. Y a la U le faltó todo eso. Con ese planteamiento defensivo en exceso, parten pésimo por el camarín. Y luego, viendo a los jugadores sin chispa ni vida, pareciera que no tenían ganas de obtener los puntos, sino que de terminar rápido el partido. Revisemos: Olarra vivió estático y era un bulto, Iturra corría sin sentido y con escaso aporte en la generación, Rojas y Diaz intrascendentes y perdidos, Firulais Contreras ni siquiera trotaba, Arias no sabía que hacer durante casi todo el partido, Montillo y Olivera solos arriba. Los únicos que lograron algo mejor fueron el profesionalismo y la regularidad de Victorino (que gran fichaje para el romántico viajero), la estabilidad por la banda de Rocky González y la pasión del infravalorado Pinto, el único que puso la vida en la cancha para los azules. Así no se gana nada, así no se demuestra nada y nunca se hará. Si el Bulla quiere ir al estadio rival a ganar un partido, así no se hace y nunca se hará. Sin vida en el banco ni en la cancha. Y veamos al rival: Salcedo, Meléndez y Miralles fueron puro cojón, total coraje en la cancha, dando la vida por el triunfo. Con eso hay diferencias, grandes, importantísimas para ganar un partido así. Si comenzar por el escaso respeto por todo lo que rodea a tu equipo y al rival, a los mínimos estándares del fútbol, eso se nota al final con que no el coraje en cancha no existe y, desde la banca, tampoco hay ansias de triunfo. Muchas palabras, nada de acción. Total absurdización de lo que el fútbol es, si todo se demuestra en cancha, antes no existe nada. A la U le faltó corazón, garra, huevos. Le faltó vida y pasión.

Y, finalmente, hablemos de algo vital. Y aquí me gano muchas críticas, pero la U es un equipo que no tiene temple, le escasea el carácter. Por criterios históricos, reales, de vida, de institución. El equipo pierde y la gente se escuda en la hinchada. Por favor, ¿cuándo será el día en que empiecen a hablar de fútbol? O sea, cualquier persona con que se toque el tema del clásico saca la típica cosa de la hinchada y vive por eso, desmitificando cualquier crítica, silenciando cualquier reparo futbolístico. Es absurdo, infantil, trivial. Parece un facilismo y una tautología de lo que el fútbol es, de lo que debería ser para mejorar, para obtener algo más. Rememorando a Bielsa, en la derrota es donde se sacan las conclusiones y se hace el carácter futbolístico. Pero como la hinchada azul olvida eso y se escuda en la hinchada, jamás logrará obtener una lección, una enseñanza real de lo que el fútbol da en la derrota. Hay que saber perder, pero más aun, hay que aprender en la derrota, mejorar. Y los azules no demuestran eso. Siguen arrugando en el Monumental, siguen planteandose sin ideas, sin cojones, ni carácter, con un entrenador que habla mucho y plasma poco en cancha y, finalmente, que no pudo obtener una victoria contra un equipo que realmente se hace patético en su esquema táctico, anunciado y fácil de comprender. Basualdo perdió el partido, los jugadores se fueron derrotados y la hinchada se fue triste, pero por favor, de una vez por todas, saquen una lección de eso. Aprendan a darse cuenta que la respuesta no es el arbitraje, el cansancio, el poder de la hinchada. La respuesta es nos faltó jerarquía, nos arratonamos erróneamente, nos perdimos en el esquema, nos equivocamos, nos faltó carácter. Y darse cuenta que hubo un error, pero que se reparará. Sufrir por la derrota para aprender a lograr la victoria. Y así la U jamás logrará algo, no ganará una copa, no llegará a una final, si como Institución no adquiere un carácter real de lo que el fútbol significa, sirve, instruye en momentos complejos. No hay que buscar la salida fácil, el camino corto, la defensa instantanea. Hay que perder y saber hacerlo, irse tristes y reconocer errores. Como Pinto, un ejemplo de lo que significa ser de la U, un ídolo para ellos, un jugador de verdad, un arquerazo.

Amigos, la U perdió porque no tuvo respeto, cojones ni temple en este partido. Y creo que es algo que ha pasado en otras ocasiones. Perdieron, eso no tiene nada que ver con quien jugó mejor que el otro, fue un partido malo, aburrido, soporífero. Pero hubo factores que desequilibraron hacia un lado y al final ganó quien quería hacerlo de verdad. Entonces, hay que sacar conclusiones, hay que saber obtener resultados, hay que levantar la cabeza para mejorar en la derrota. La U se lo merece por lo que representa para nuestro país futbolístico, por ser el actual campeón, por seguir en una copa internacional con hartas posibilidades. Y el mejor ejemplo, el hombre encargado de eso, es Miguel Pinto, un jugador que demuestra todo lo que la U no hizo ni fue capaz de hacer en el partido. Y mientras los hinchas sigan ninguneándolo, jamás aprenderán. Y eso es trágico, terrible, peor que caer ante el equipo rival de siempre. Porque no se sacan lecciones, no se obtiene nada útil, no se aprende a vivir en la cancha con el corazón y a salirle a ganar a todos, en cualquier cancha. Pinto es la solución, el hombre a seguir, el que tiene en su camiseta un chuncho gigante representando que en su piel está la U grabada y su corazón es azul. Basualdo es el cáncer, un entrenador del montón que no ha logrado nada y dudo que lo haga si sigue trabajando así (yo no he visto nada distinto de Markarián desde que llegó). Como hinchas del fútbol, observen esta situación. Como hinchas de la U, maduren desde la pena, del dolor real y crezcan, para así lograr objetivos y triunfar en el fútbol. Es la lección, es lo que el fútbol nos da. Aprovechenlo, es un consejo de verdad, como amante de este deporte que nos hace ver lo que realmente vale, lo que el fútbol nos da, hasta en los peores momentos.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Ay! El dolor de Colo Colo se llama Hugo, pero la solución se llama esquema táctico (2)


Pero no todo es crítica, aquí le traigo la solución xDD

Colo Colo, por los hombres disponibles, debería jugar 3-5-2, con la siguiente formación: Muñoz; Rey, Caroca, Toro; Melendez, Millar, Salcedo, Magalhaes, Torres; Miralles y Bogado (Paredes).

En primer lugar, se discute a Muñoz en la portería y con justa razón. El argentino solo tiene buenos reflejos debajo de los 3 palos y algunos achiques dignos, pero en el resto hace agua. Cuando sale de su refugio, en espacial por alto, la defensa tiembla y los hinchas se tapan los ojos, porque es seguro que algún error cometerá. Puñetea mal, tiene un manejo defensivo errático y a veces achica dejando múltiples espacios. Es, más que nada, un buen atajador. Pero, el tema esencial, es que Prieto es peor. Y entre ellos dos, me quedo directamente con Muñoz.

La defensa es donde hay más problemas, por lesiones (Mena y Riffo) y ventas (Jara). Lo único a favor es que Toro se pudo mostrar y verse su buena opción dentro del equipo, pero hombres faltan. Rey y Toro son titulares seguros, pero falta el último defensa de la línea de 3. Tocalli ha ocupado a Melendez como líbero, pero no quedaría nadie de contención, por lo que no es opción. Solo quedan 2 jugadores: Olate y Caroca. El ex O'Higgins es un hombre poco criterioso con las patadas y faltas, especialmente cerca de su portería, por lo que se generarán muchos tiros libres de peligro y penales por su falta de mesura al marcar. Va muy fuerte y no va a funcionar bien, porque atrás hay que tener hombres que si van a pegar, lo hagan con criterio, sin ganar amarillas innecesarias en lugares de peligro excesivo. Por ello, tiene que ir a la banca y el auxilio del esquema está en las inferiores, en Caroca. Aunque su función actual ha sido la contención, puede volver a su puesto original en la defensa y ganarse una camiseta a punto de actuaciones, porque es un jugador mucho más ordenado y fino en los cortes, con salida y rápido. Por arriba tenemos a Rey, así que Olate no es tan necesario en tal arista y es preferible decantarse por Caroca, que podría tener un gran papel en el equipo, por lo menos manteniendo la regularidad.

Pasemos al centro de la cancha. Como volante por la izquierda, Salcedo. Por la derecha, Magalhaes. Eso es clarísimo, a menos que haya lesiones o bajo rendimiento dentro del partido, cuestión que podría dar chances a Cereceda y Aranguis, respectivamente, para realizar la rotación de posición por posición.
De mediocentro, dos hombres. Primero, Kalule Melendez como 6 clavado, el contención de corte fijo, con posición clara y dedicado a eso, ya que de su orden depende toda la parte defensiva del equipo. Y, a su lado, colocado posicionalmente así, tiene que jugar Rodrigo Millar. El Chino juega mejor cuando está "en los papeles" de mediocentro, de 6, junto a Kalule. El tema es que, defensivamente, él tiene que estar al lado de Kalule, pero ofensivamente, tiene que ir generando fútbol y, a punta de pases, dar mayor salida, especialmente hacia los costados, haciéndose acompañar por el enlace del equipo. Con esto, da mayor profundidad, otorga más fútbol, tanto en generación como en orden del sistema táctico y se permite que Torres tenga mayores espacios. Por ello, ofensivamente es un 8 camuflado, que le dará a Macnelly la posibilidad de subir y atacar, puesto que a Millar no hay que ponerle limitaciones en su despliegue, hay que dejarlo jugar cuando se ataque para controlar el centro del campo y jugar con pelota, algo esencial en este esquema.
De enlace, las fichas van puestas para Macnelly Torres. Acompañado de Millar en generación, puede destacar el colombiano y otorgar, aparte de sus conocidos pases en profundidad, ataques por las bandas gracias a las subidas de Salcedo y, esencialmente, de Magalhaes. Con opciones de descarga, Torres intimida más, porque puede buscar su espacio, adelantándose sobre 3/4 de cancha y ahí tener otras opciones de juego, como un tiro de larga distancia, el pase al centrodelantero, hacia los costados o al segundo delantero del equipo.

Finalmente, en la ofensiva, Miralles es indiscutido como segundo delatero. De 11 puede inclinarse hacia las dos orillas, lateralizar y jugar asociado a Torres con mayor facilidad si el centro del campo se administra bien, con ataques por las bandas, algo que Tocalli debería ocupar de buena manera. Tendrá más espacios y, con la movilidad y el despliegue físico del argentino, eso puede traer muchas ventajas ofensivas y de asociación con el 9 de área. He aquí, en éste último puesto, donde haría una modificación. Yo colocaría a Bogado porque arrastra muchísima más marca, tiene más despligue e instinto goleador que Paredes. El beneficio de Visogol es que es un generador de fútbol y puede dar más soltura al ataque, con pases gol, pero si el mediocampo juega enchufad, ello no es tan necesario, requiriendo de un hombre que moleste y presione a los centrales, como el paraguayo lo hace y muy bien. Paredes es una opción de recambio cuando haya fallos de generación o cuando las cosas se decidan por hartos toques hasta encontrar el hueco, por lo que el paraguayo pinta bien de titular en este esquema.

Por consiguiente, se ataca con 6 jugadores siempre: desde el centro del campo, Millar comienza a administrar, teniendo 3 opciones directas de pase corto y juego asociado, siendo ellos Magalhaes por derecha, Salcedo por izquierda y Torres un poco más adelante de él, avanzando en un bloque comandado hasta 3/4 por el Chino Millar, que en cualquier caso puede desahogar hacia Kalule, para recuperarla luego y seguir con el ritmo sugerido. Luego de ello, el peso creativo recae en Torres, que con la misma pareja de volantes por las orillas, Millar para descargar hacia atrás o el lado, Miralles por las orillas del ataque, en permanente movilidad hacia el sector de mayor flancos o donde el volante no suba tanto (especialmente por el lado izquierdo del ataque) y con Bogado arriba esperando el pase calentito para fusilar, tiene las opciones necesarias para obtener pelotas de gol.

Ahora, defensivamente, tenemos a los 3 centrales, que junto a un volante, pueden hacer una línea de 4 si así se requiere, más Kalule de 6 pegado y Millar en ayuda constante, con la presión directa de los 3 hombres en ofensiva permanente (Miralles, Bogado y Torres) y el volante que se queda arriba (aunque los dos pueden cubrir las zonas si se paran bien los mediocentros mencionados). Excluyendo de los números al arquero, se defiende con 5 o 6, según venga el caso del volante por la orilla, sin que los ofensivos destacados dejen de presionar al centro del campo, desde 3/4 de area propia, para molestar en tareas ofensivas del rival. Con el equipo bien parado atrás, es difícil que entren tantas balas, a pesar del problema de arquero y defensas.

No obstante, si se quiere modificar el esquema, hay hombres en la banca (Prieto, Olate, Aranguiz (Cereceda), Cortés y Paredes). Es perfectamente posible jugar con Cortés por Millar y dejarlo clavado de doble 6 (algo que también podría hacer Aranguiz, con reparos), mientras un volante, rotativo, baja siempre para formar línea de 4, en tareas defensivas (4-4-2 defensivo, 3-1-4-2 ofensivo). Una idea arriesgada, pero que puede funcionar si se tiene el balón y se hace con resguardo desde el doble 6 del plantel. Lo otro es posición por posición, cosa que ya comentamos.

Ese es el plan más cuerdo, mi sugerencia y de tantos otros hinchas colocolinos e incluso del fútbol, que ven como Tocalli no sabe nada del mismo y que mejor toma sus cosas y se va a su natal Argentina, desde donde nunca debió arribar.

Ay! El dolor de Colo Colo se llama Hugo (1)


Colo Colo no juega a nada. Y muchos dirán "las lesiones", "los camilleros", "la indisciplina". Pero no, el gran porcentaje de los problemas tienen nombre y apellido: Hugo Tocalli. Y se manifiesta, lamentablemente, en la previsibilidad y los errores tácticos que el DT del equipo popular ha impregnado al plantel y que lo tienen al borde de zona de playoffs, pero del descenso.


Veámoslo bien: Tocalli acostumbra a utilizar dos esquemas durante los partidos: 4-3-1-2 y 3-3-1-3 (o 3-3-2-2, ahí se explica) (eso siempre que tenga a los hombres necesarios).

Casi siempre comienza con el 4-3-1-2, partiendo con el errático Muñoz, que en las salidas y cortes de centros hace agua. Luego la línea de 4, Cereceda-Rey-Toro-Magalhaes (Riffo y Mena con lesión por la temporada y el carnicero Olate no está para titular), con Cereceda más replegado por la izquierda y Maghalaes más proyectado en ofensiva. El problema es que SIEMPRE es así, siempre Cereceda se mantiene atrás, casi sin llegar hasta 3/4 de cancha y Magalhaes sube y sube, proyectándose por su área. Es bueno que un lateral suba y otro se repliegue, para mantener una línea de 3 en defensa ante un contragolpe rival, pero se debe alternar el que sube, con un orden defensivo primitivo para adaptarlo. Una situación básica y que no se presenta, por lo que los ataques laterales se hacen notorios y anticipables con facilidad, aunque el trabajo del ex loino es muy acabado y destaca por sobre sus compañeros, siendo una gran incorporación para este año, en reemplazo de Figueroa, vendido a Brasil).

Ahora el centro, Meléndez; Salcedo-Millar. Kalule (uno de los denominados camilleros, ante la lesión de Sanhueza) se encarga del corte y quite sucio, como el clásico 6, función que cumple sin mayores sobresaltos, debido a su rapidez táctica al anticipar y su clásico chancheo camuflado. Pero no tiene la velocidad de otras ocasiones y ante un ataque rápido, no puede hacer mucho. El paraguayo Salcedo cubre el centro y se proyecta bastante hacia la izquierda, cubriendo así la escasa salida ofensiva de Cereceda. De buen juego, aunque algo tosco, cierta movilidad y muchísima garra, cubre el puesto de buena manera y otorga frescura ofensiva, mientras que defensivamente intenta ayudar a Kalule en el puesto, subiendo de forma moderada. Uno de los que mejor funciona en el planteamiento de Tocalli, aunque excede de pases largos bastante imprecisos. Y ahora viene uno de los hombres que no se entienden "a que juega" en este esquema. Millar, el mismo jugador que llegó con todos los carteles de Huachipato y pasó con menos gloria que el paragua Cabrera (que inversión más absurda), se adaptó al esquema del León Astengo y, en función de doble 6, atrás del enlace, es el encargado de rotar el balón al medio y generar fútbol. Muy bien, algo necesario dentro del esquema, sabiendo además que el otrora encargado de eso está lesionado. El problema es que con Tocalli no se sabe en que parte está. Se para al medio, deambulando entre el circulo central y 3/4 de cancha, cuidándose de no pasar al enlace ni retroceder hasta el mediocentro defensivo, sin noción de que hacer. En ofensiva ese problema es claro, ya que se encarga del pase al lado y evitar disociarse de su posición, errática por el DT. Más aun, entre el Salcedo volanteando por izquierda y las subidas de Kalule (que más problemas le dan a la posición del Chino Millar), no se ocupa para generar fútbol y termina siendo absolutamente innecesario para el orden táctico. Algo aporta en defensa, algo en ofensiva, pero a la larga es intrascendente y solo sirve para acumular gente en el centro, cuestión absurda y que no corrige nada, solo dando desorden y caos al mediocampo albo.

Delante de estos dos, llegamos al enlace, que suele ser Macnelly Torres, pero con el descarte de Tocalli y el micro desgarro del colombiano, Magia se ha ido relegando a la banca, por lo que se utiliza a Cortés. Aún así, hablemos de ambos, ya que Torres es alternativa. En primer lugar, el enlace para Tocalli es el 10 clásico, con harto pase y tratando de disfrazarse a veces de mediapunta. Pues bien, "Magia" es 10 clásico, pero que funciona en 3/4 mucho mejor que desde el centro, ahí la razón de Millar. Pero como Millar está deambulando al centro casi como contando las champas del pasto o jardineando, el colombiano se pierde instantáneamente. Ni aunque esté Paredes arriba, que en "algo" aporta a la generación, Torres se engancha como es debido. Y es que el colombiano es lento en sus movimientos, pero con pases rapidísimos y muy enchufados a prolongar en ofensiva, especialmente válido o fundamental para contragolpear, ya que siempre busca el espacio y deja al hombre solo en posición frontal para definir, con pelota en profundidad. Pero Colo Colo no juega al contragolpe (ni debe hacerlo, ¡por favor!) y nadie entiende al colombiano. El único era Barrios, por la agilidad mental y el físico de Lucas que le permitía deleitarse con el tambaleo defensivo de los rivales. Pero la "Pantera" anda haciendo goles en Alemania hace harto rato y ni Paredes, Miralles, Bogado, Gazale ni Araos le entienden. Nadie entiende lo que el colombiano trata de plasmar en cancha, sus pases se pierden por el fondo, sus acciones se diluyen en la falta de movimiento y de trabajo ofensivo en el último toque. O sea, Torres no sirve solo, no sirve, a no ser que le pongan a jugadores con ofensiva despierta como Chupete Suazo, Fierro o Barrios (Miralles también tiene esto, pero luego veremos el problema), esos que buscan el espacio y ganan balones a la espalda del defensa de turno, que poseen el físico para hacerlo o son simplemente inteligentes en el movimiento dentro del área. En fin, si a alguien no se le ocurre acompañar a Macnelly con otro jugador ahí (como adelantando a Millar sin tantas labores defensivas o lo que sea que le digan para no subir tanto), no hará mucho el colombiano.
El otro recambio popular para esta zona es Cortés. Y a Gerardo le falta, que le vamos a decir, le falta mucho. Juega de manera interesante y con buena pegada, alterna su función de mediapunta con algunos balones plausibles, pero le falta y se desordena mucho. Los pocos partidos que se le han visto, el Cacique no ha hecho mucho y más que cargar con toda la labor ofensiva y de generación, debería tener opciones de acompañar a Torres. Además, ¿hacia donde descargar? Porque se retrocede hacia Millar o Kalule (que sube a matarle la posición al Chino), el pase al lado (que no sirve, a menos que se vayan generando zonas de juego y con construcción de fútbol con el estilo que, por ejemplo, el West Ham de Zola busca hacer, sin mucho resultado) buscando a Salcedo lateralizado o las ofensivas de Magalhaes (lo más interesante, por lejos, del ataque albo, junto a Miralles), perder el balón con Paredes en centrodelantera (siempre de espaldas al arco rival o marcado hasta el cansancio) o jugándola a Miralles, que como segundo delantero, trata de irse a la orilla, pero que no encuentra muchos espacios. Y mientras todo eso pasa, el rival se reestructura defensivamente y ahí no hay mucho que hacer. Solo rotar, esperar el espacio, perder el balón, un pase errático o una individual (escasas) y hasta ahí llega al ataque.

Ahora arriba, 2 hombres. Paredes (Bogado) y Miralles. El ex astro de Santiago Morning llegó a Colo Colo a perderse en los centrales rivales. Siempre marcado, con poca movilidad, siempre de espaldas al rival. Así no embocará pelotas y le llegarán melones, no hay mucho más. Visogol anda desenchufado y no se entiende con el 10 de turno, por lo que opciones por ahí no hay tantas. Se le reconoce que en algo trata de aportar a la creación, pero mucho no se saca en realidad. Y luego Miralles, el sacrificado. Porque el argentino anda para todos lados, corretea, se saca hombres, tiene fútbol, pero no tiene compañía, no anda nadie con él. Miralles contra el mundo. Se va hacia la orilla, tiene el lateral fijo pegado y quizás un volante, se pasa a uno, hasta a los 2 y ahí se pierde. O le pega, la centra o busca al marcado Paredes, tratando de hacer algo que en ocasiones resulta (casi siempre con ayuda del portero o defensa rival). O retrocede, el clásico de Tocalli, el fanático de generar hacia las orillas. Simplemente se pierde por el escaso aporte ofensivo de sus compañeros. Y con la mala definición de Miralles, tiene que tener alguien para descargar y movilizarse o encarar con ventajas, sus mayores virtudes.

Ahora viene el cambio táctico inentendible, clásico en el DT argentino. Saca a Cereceda o Salcedo, uno de esos 2 se va al sacrificio (como cuando con Ñublense sacó a Cereceda a los 40' del primer tiempo, cambio imperdonable y que revela que Tocalli no tiene nada seguro en su cabeza, puesto que al primer temblor -gol rival- hace su cambio sin pensarlo, sin intentar rotar dentro de la cancha o probar movimientos distintos, labores que alguno podrá hacer, si hay 11 adentro de la cancha. Cero profesionalismo revelado contra la Longaniza Mecánica, que, a todo esto, cada vez se oxida más) y entra el paraguayo Bogado. Y ahí se cambia todo a un 3-3-1(2)-2(3). Lo primero es que Meléndez, el 6 anterior, pasa a ser líbero (función que cumple sin tantos sobresaltos), pasando a Magalhaes como volante derecho, Salcedo por centro-izquierda y Millar... ¿de contención? Una maravilla de aguas se hacen al centro del campo y Millar se sigue perdiendo, ahora marcando más que generando o generando más que marcando. Un desastre, si el ex loino subía como interior, ahora lo ponen de volante, para aumentar la masa de ataque por el costado, pero sacrificando todo al centro. Lo segundo es que Bogado entra como 9 de área, mucho más despierto y enchufado que Paredes. Pero ahí no se entiende que pasa con el ex microbusero, porque está al lado de Torres, subiendo como mediapunta disfrazado o entorpece a Bogado, un poco más atrás de él, perdiéndose en el Limbo de la nada. Torres tiene más opciones para descargar, pero atrás de él tiene el desastre máximo y adelante tiene a un Paredes perdidísimo, más que antes. Extraño y confuso.


Hugo Tocalli, el profe experto, tuvo 2 meses de pretemporada entrenando no se sabe que (balones parados ofensivos quizás, porque los defensivos son un desastre). Hugo Tocalli, el sensei del fútbol, es el hombre orquesta de los esquemas, ya que nos hemos deleitado con sus intentos frustrados de encontrar su formación, viéndose así: el 4-4-2 con rombo y el clásico (2 mediocentros, 2 generadores), 4-2-1-3 (con que puntas, por favor, si no hay ninguno así, solo es achoclonar jugadores adelante), y su variación a 4-1-2-3 y hasta 3-4-3 en partidos específicos (el desastre táctico hecho realidad), 3-5-2 en múltiples versiones desesperadas (encontrando fiabilidad en segundo esquema comentado, variable al extremo) y el 4-3-1-2, el ahora favorito del DT argentino (y ni siquiera mencionamos que ha tenido hasta 4 delanteros en cancha, enredándose en no se cuantas cosas, destrozándolo todo, con única función de meter y meter delanteros a ver si meten algún gol, o sea, si ellos le pegan al arco mejor que los otros ¬¬).

Como hinchas del fútbol, por favor, váyase, no sabe nada. Por favor.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Una imagen vale más que mil palabras

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar?


Un domingo somnoliento, con caña, pero jugaba Chile. Hace tiempo me invitaron a un asado para ver el partido y, a regañadientes, acepté tardíamente. Y el tema no era de buena onda o de complejos personales, me caen super bien esos amigos, sino que era algo netamente futbolistico, el tema de con quienes iba a ver el partido, porque sabia que no iba a ser tomado en serio el mismo hecho de la convocatoria. El panorama era comer y tomar muy bien, un mar de comentarios re chistosos y weones, y una super buena comañía para carretear, pero que al final, lamentablemente, no eran para ver un partido como éste. Y eso simplemente porque tales comentarios weones eran los únicos que se hacían, quizás adornando y/o trivializando el fútbol como mera excusa para reunirnos, detalles que te desorientan.

Pero bueno, sigamos con la idea. La previa del partido iba viento en popa, pero yo andaba medio achunchado, quizás entre nerviosismo y curiosidad por ver como se planteaba la cosa. Como todos, tenía esperanza de que ganaramos, pero no era trascedental. Si se perdía, quería por lo menos que se jugará hacia adelante, lo mejor posible, enfrentando a un equipo históricamente superior a nosotros, pero guapeando y de frente, cambiando así la mentalidad del jugador. Pero también había una idea intrincada y más compleja: ver si nosotros, como "hinchas de la roja", cambiabamos nuestra mentalidad futbolistica y al fin se podía ver este deporte de otra forma, de observar el partido con ganas de fútbol y no solo de un carrete. Era una curiosidad doble, la segunda de modo insconciente, que me tenía re callado y aprovechando la vista del balcón del dpto de mi amigo absorto en un triunfo. No me había dado ni cuenta cuando la previa terminaba, nos acomodabamos todos para la pieza futbolera y empezaba el partido con la emoción de todos exultante, pero latente aún una intranquilidad extraña, indescriptible y desconocida para mi a esas horas.

"¿Cuánto gana Chile?, ¿Por qué Mark González? y ¿Y como no pone a Valdivia? eran las primeras preguntas de la noche con el partido comenzado. "¡Bielsa es muy riguroso!, !Que lindo es Alexis! y Jara es malo" eran ya las impresiones iniciales. Por otro lado, Chile jugaba bien, atacaba ordenadamente metiendo presión de manera adecuada, con un control de balón más que destacable y algunas individualidades que se volvían interesantes, especialmente lo de Fernández y la movilidad de Sanchez y Suazo. Pero llegó el gol: un centro fenomenal de Ronaldinho que gana Luís Fabiano en posición y potencia física para descolocar a Bravo con el bote y, bueno, decretar así el primer silencio nacional de la noche. Silencio en el estadio, silencio en la pieza, esperando reacciones. Llegaron los primeros: "te dije, Brasil siempre nos gana" y "todavia podemos ganar". Yo silencioso aun, más reflexivo.

Ya ibamos por los 35 minutos y Chile ya presentaba deficiencias a mi gusto. Primero, porque la línea defensiva era bastante imprecisa, con un Medel fuera de foco y pasado de revoluciones ofensivas, Jara algo más ordenado pero decayendo con el correr de los minutos y Estrada en uno de sus peores partidos que le he visto. Además en el centro de quite habían problemas, porque Vidal desordenaba un poco todo, Carmona era sobrepasado por Diego (uno de los mejores de Brasil) y compañía (la preocupación de mis pares era porque el wn del 13 decía "Jieggou" y no Diego, si somos shilenos!) y Droguett con Mark González se preocupaban más de una potencial subida de Maicon (que no ocurrió en el primer tiempo) que de atacar por su banda cuando habían opciones. Además, lo peor de todo, era la marca defensiva, problemas de zona, errores complejos que hacían de Estrada su mayor exponente. A pesar de todo, la mentalidad ganadora del jugador en cancha se mantenía presente, interesantemente. ¡Pero esperen!, algo pasa... los sapos (perdón, informadores) de cancha anuncian que Bielsa planea un cambio... ¡que entra Valdivia y sale Droguett!. Yo pienso que Bielsa está siendo impulsivo, errático. Mis amigos lo ven como la opción para ganar. Yo creo que el problema de Chile en ataque no era su poderío ofensivo y generación de futbol, solo la definición. Mis amigos dicen que el Maginho es un gran cambio para ganar.

No obstante, antes de que el cambio se concrete, Estrada comete un penal absurdo y toda la responsabilidad queda en Bravo, quien, como el mejor jugador de Chile en la noche, tapó el penal de Ronaldinho y consagraba la euforia. Era algo de alivio generalizado y esperanzas regeneradas, bueno, hasta que llegó la segunda pepa, con otro error defensivo en la marcación zonal junto a una salida lamentable de Estrada, que pierde el balón con Luis Fabiano y se la deja a Robinho para decretar un shock chileno global, de esos catastróficos. Casi de inmediato termina el primer tiempo y los comentarios ya son lapidarios, desde el "tenemos que evitar la goleada" al "Brasil es Brasil y siempre golea a Chile". Era un momento de pausa y, tan impulsivo como siempre, tiro el rollo futbolísitico buscando una reacción de mis pares, hablando del problema Maicon y la cuestión defensiva zonal que planteaba antes. Pero todos me miraron en silencio, casi como si hablara en otro idioma y parecía como el pastel de la noche, medio aguafiestas, casi traumado por pensar que era el único que ve el futbol pensando en futbol. La reacción, luego del silencio por el comentario, fue seguir con el mar de lágrimas y vaticinios hacia la "Roja de Todos" (a destacar el comentario de una bruja famosa que dijo que Bravo iba a ser el héroe de la noche y que Valdivia nos salvaba) y pensé en tirar la segunda opción rescatable para comentar de fútbol: tirar el rollo hinchada. Me acordaba de lo que dijo Bielsa antes del partido, eso de recordar siempre el grito de la Garra Blanca cuando el Colo va perdiendo ("cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar"), esperando ya ver reacciones más cordiales. Les comenté lo del grito, no lo conocían y se los dije, observando el mismo silencio anterior, con la misma forma de verme como ese wn que se mofa o plantea absurdos para una situación normal, como que no compartía el sufrimiento criollo, no se, me vi en un extrañamiento radical.

En fin, para que hablar del 2º tiempo cuando ya todo se diluyó con cambios apresurados (Cereceda no aportó en nada y Beasejour mostró más que Mark, pero no era algo trascedente para contrarrestar a Brasil según nuestras propias fallas) y nos hicieron el 3º, con una defensa que ya no veía nada en lo absoluto y un equipo que esperaba un grito de aliento, algo de la hinchada que solo se transformó en vacíos y silencios, nunca en un apoyo. Nadie recordó a Bielsa y sus palabras, solo vieron como una goleada histórica nos podía tocar de nuevo, cuantos goles les ha hecho Brasil a Bravo y esperanzas ya de terminar lueguito el partido, especialmente cuando Valdivia fue expulsado y ya no se veía por donde.

Al final, el partido se terminó, se acabó y, bueno, se perdió. ¿Y qué? Perdamos, pero aprendamos para no ser otro Carcuro más en la estadística, hablemos y veamos fútbol si eso es el motivo de reunirnos, pasemoslo bien cachando lo que pasa. Gritemos por último, apoyemos, que se yo. Hay que ser críticos, incisivos, pero siempre cuidadosos con no caer en trivializar lo que hacemos, ese punto de ridiculizar tanto algo para esconder el desconocimiento de lo mismo (en este caso, el fútbol). No, es que la cosa no es identificar un jugador por su número de camiseta o comprender un partido por el resultado, la verdadera lección que saco, personalmente y caliente aun con lo que pasó en el Nacional, es que aunque Bielsa le cambie la mentalidad al jugador, va a ser muy difícil que nos la cambie a nosotros, el hincha pasional que es un mero exitista de situaciones. Bielsa se equivocó, porque descontroló a su equipo y le añadió una presión extra, con errores en los cambios, equivocaciones que se le perdonan por su gran trabajo. Y de eso solo hay que concluir que se perdió un partido, pero queda mucho más por hacer. Lamentablemente, el problema está en que nosotros nos equivocamos aun más, rotundamente, al no reconocernos en lo que nos define, a trivializar todo lo que vemos y definimos como fútbol cuando juega la selección y, al final, a no aprender nada más que alegrarse o deprimirse por un resultado. Y ¿saben qué? Respeto esa pasión del hincha aunque sea así, exitista, pero lo que no puedo tolerar es que al final no aprendamos nada, que tengamos que perder para al final terminar igual que al principio, con juntas futuras donde como cábala nos tenemos que pintar todos la cara para ganar, pero que no dejan nada, absolutamente nada en limpio. Ahí, shilenos todos, si que perdimos y por goleada rotunda, ya que siento que toda la mejoría del jugador se hunde por la miseria del hincha.

Y bueno, ante todo, mi reacción al terminar el partido fue una sola, aunque inconsciente: quedarme en un rincón, en silencio, super deprimido, masticando el grito del Colo que nombraba Bielsa, pensando en las noticias futboleras de la noche, imaginando la marraqueta más chica al otro día y ya, dándome cuenta, que parece que el próximo partido mejor lo veo solo, como el apático que parezco ser.

Saludos.

miércoles, 23 de julio de 2008

El fútbol se fue para Talca

"El asunto más dificil es encontrar algo para reemplazar al fútbol, porque no hay nada"
Kevin Keegan

Suena mi celular. Era domingo, había carreteado en una disco y estaba donde un compañero de la U. Solo eso entendía, entre desorientado y encañado, mientras seguía sonando Evidence de Faith No More como ringtone del celular. Me levanté rápido y super perdido, sin recordar bien adonde estaba. Cuando pude contestar sonó la voz de un amigo que me preguntaba por el partido del Colo con Rangers, si lo podía ir a ver mi casa. No entendía mucho, pero pude responderle que no podía porque tenía que salir, que le avisaba cualquier cambio de planes. Luego atiné a ver que eran las 3 de la tarde, mi atraso se hizo real para mi junta de las 4.30 y solo salí con rumbo a casa.

Llego al metro y antes de entrar prendo un cigarro para adecuarme a lo que se venía, cuando de pronto veo una mina de la disco que iba entrando rápido, quizás tan apurada como yo. Era una mina que me llamó la atención por su simpleza y, respetando lo mismo, casi no me interesó que pasara, estaba bien, que siguiera su marcha de atrasado mientras yo me detenía para hilar la cabeza y disfrutar de darme aún un tiempo.

Después no me acuerdo de mucho hasta que llegué a mi casa. Mis viejos, como siempre, me piden explicaciones o detalles varios de todo, generalmente evocando respuestas absurdas relatando algo que los satisfaga, mientras mi preocupación mayor va por comer algo para salir rápido y la de ellos por cuadrar que estaba pasando. Cuando el bombardeo cesó y finalmente tengo el plato frente a mí, suena denuevo mi celular sabiendo que era con quien me iba ajuntar. Me dice, dentro de su lenguaje extraño, que no puede salir. A mi me costó harto entenderlo, solo asentí y le dije que me llamara cuando volviera de sus vacaciones en Talca.

Volví a la rutina y me di cuenta que, aunque no había apuro, la comida estaba planificada para que no la disfrutara y debe ser por eso que no me acuerdo de ese almuerzo ni de nada hasta estar instalado en mi cama, casi durmiendo. Eran como las 3.45 y aprovecho de llamar a mi amigo para decirle que viniera, que no iba a salir, que vieramos el partido. Pero él estaba durmiendo y me di cuenta que no iba a llegar. Al cortar, prendo recién la tele y veo la repetición de un golazo de Gazale, una volea de la nada que hace esteril la volada de Ferrando y me turba un poco alegremente. Sigo viendo el partido aun extrañado y, cuando terminaba el primer tiempo, Rangers empata las cosas con un tiro libre de Barra, jugada preparada en que dan un toquecito al balón hacia el centro para que el defensa llegue corriendo a pegarle con un tiro rasante, que desarma a la barrera, a un Tigre impávido y mi ánimo de fútbol.

Dejo la tele encendida, dormito todo el entretiempo y cuando empieza el segundo ya estoy más claro. Y, para mi sorpresa, veo un partidazo de aquellos, maravilloso, a pesar de que perdió el colo. El gusto por el futbol fue tan fuerte al ver a jugadores tan aguerridos, dándolo todo en la cancha, que me dejo satisfecho completamente un partido que perdió el Colo 3-2. "El triunfo se fue a Talca" pensé, pero en parte estaba pagado. Se fueron los puntos a Talca, pero tenía el fútbol en mi sangre de la forma más rara que me llega.

Pasan algunos días y les narro a unas amigas una jugada del partido que más me emocionó. Atacaba con todo el Colo cuando estaba perdiendo y, en un lapso aproximado de un minuto, hubo como 6 o 7 tiros seguidos al arco de Rangers que los atajaba el arquero o rebotaban en la defensa. Uno tras otro caían los tiros albos lanzados como fuera, algunos antojadizos y otros con el alma, mientras los defensas talquinos atajaban lo que venía, se iban derecho al pasto y volvían a pararse absorvidos por la obsesión de atrapar lo que fuera, de mantener su arco intacto. Palma gritaba cada tiro agónicamente, el estadio se llenaba de euforia y yo estaba extasiado viendo lo que pasaba, hasta que la pelota salió por la banda. Luego de eso, Palma dijo que los jugadores parecían palitroques y Poli lo asemejó a un fusilamiento. Para mi fue solo fútbol.

Mientras tanto mis amigas me mirán enrarecidas, una futbolera que probablemente me entiende, la otra quizás pensando que estaba loco. Cuando ya era la hora de finalizar el relato atino a pensar en decir ese cliché que había observado al terminar el partido ("el triunfo se fue a Talca"), pero tengo un bloqueo mental y vuelvo a sentirme extrañado, observando esa ciudad como un mito irreal que cobra sentido en momentos oscuros, como en ese día domingo, para luego solo pensar: "¿cómo? ¿A Talca? Tú te vas a Talca junto con los 3 puntos, mientras yo me quedo esperando que llames al volver y con un partido de ensueño". En ese momento veo a mis amigas mirándome con cara de termina la historia y me doy cuenta de que tengo que decir lo que sea, de volver a la realidad. Las miro absorto en mis pensamientos hasta que, con un gesto de inercia, finalmente balbuceo sonriente: "vieron, el fútbol se fue para Talca"
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