jueves, 11 de septiembre de 2008

Una imagen vale más que mil palabras

lunes, 8 de septiembre de 2008

¿Cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar?


Un domingo somnoliento, con caña, pero jugaba Chile. Hace tiempo me invitaron a un asado para ver el partido y, a regañadientes, acepté tardíamente. Y el tema no era de buena onda o de complejos personales, me caen super bien esos amigos, sino que era algo netamente futbolistico, el tema de con quienes iba a ver el partido, porque sabia que no iba a ser tomado en serio el mismo hecho de la convocatoria. El panorama era comer y tomar muy bien, un mar de comentarios re chistosos y weones, y una super buena comañía para carretear, pero que al final, lamentablemente, no eran para ver un partido como éste. Y eso simplemente porque tales comentarios weones eran los únicos que se hacían, quizás adornando y/o trivializando el fútbol como mera excusa para reunirnos, detalles que te desorientan.

Pero bueno, sigamos con la idea. La previa del partido iba viento en popa, pero yo andaba medio achunchado, quizás entre nerviosismo y curiosidad por ver como se planteaba la cosa. Como todos, tenía esperanza de que ganaramos, pero no era trascedental. Si se perdía, quería por lo menos que se jugará hacia adelante, lo mejor posible, enfrentando a un equipo históricamente superior a nosotros, pero guapeando y de frente, cambiando así la mentalidad del jugador. Pero también había una idea intrincada y más compleja: ver si nosotros, como "hinchas de la roja", cambiabamos nuestra mentalidad futbolistica y al fin se podía ver este deporte de otra forma, de observar el partido con ganas de fútbol y no solo de un carrete. Era una curiosidad doble, la segunda de modo insconciente, que me tenía re callado y aprovechando la vista del balcón del dpto de mi amigo absorto en un triunfo. No me había dado ni cuenta cuando la previa terminaba, nos acomodabamos todos para la pieza futbolera y empezaba el partido con la emoción de todos exultante, pero latente aún una intranquilidad extraña, indescriptible y desconocida para mi a esas horas.

"¿Cuánto gana Chile?, ¿Por qué Mark González? y ¿Y como no pone a Valdivia? eran las primeras preguntas de la noche con el partido comenzado. "¡Bielsa es muy riguroso!, !Que lindo es Alexis! y Jara es malo" eran ya las impresiones iniciales. Por otro lado, Chile jugaba bien, atacaba ordenadamente metiendo presión de manera adecuada, con un control de balón más que destacable y algunas individualidades que se volvían interesantes, especialmente lo de Fernández y la movilidad de Sanchez y Suazo. Pero llegó el gol: un centro fenomenal de Ronaldinho que gana Luís Fabiano en posición y potencia física para descolocar a Bravo con el bote y, bueno, decretar así el primer silencio nacional de la noche. Silencio en el estadio, silencio en la pieza, esperando reacciones. Llegaron los primeros: "te dije, Brasil siempre nos gana" y "todavia podemos ganar". Yo silencioso aun, más reflexivo.

Ya ibamos por los 35 minutos y Chile ya presentaba deficiencias a mi gusto. Primero, porque la línea defensiva era bastante imprecisa, con un Medel fuera de foco y pasado de revoluciones ofensivas, Jara algo más ordenado pero decayendo con el correr de los minutos y Estrada en uno de sus peores partidos que le he visto. Además en el centro de quite habían problemas, porque Vidal desordenaba un poco todo, Carmona era sobrepasado por Diego (uno de los mejores de Brasil) y compañía (la preocupación de mis pares era porque el wn del 13 decía "Jieggou" y no Diego, si somos shilenos!) y Droguett con Mark González se preocupaban más de una potencial subida de Maicon (que no ocurrió en el primer tiempo) que de atacar por su banda cuando habían opciones. Además, lo peor de todo, era la marca defensiva, problemas de zona, errores complejos que hacían de Estrada su mayor exponente. A pesar de todo, la mentalidad ganadora del jugador en cancha se mantenía presente, interesantemente. ¡Pero esperen!, algo pasa... los sapos (perdón, informadores) de cancha anuncian que Bielsa planea un cambio... ¡que entra Valdivia y sale Droguett!. Yo pienso que Bielsa está siendo impulsivo, errático. Mis amigos lo ven como la opción para ganar. Yo creo que el problema de Chile en ataque no era su poderío ofensivo y generación de futbol, solo la definición. Mis amigos dicen que el Maginho es un gran cambio para ganar.

No obstante, antes de que el cambio se concrete, Estrada comete un penal absurdo y toda la responsabilidad queda en Bravo, quien, como el mejor jugador de Chile en la noche, tapó el penal de Ronaldinho y consagraba la euforia. Era algo de alivio generalizado y esperanzas regeneradas, bueno, hasta que llegó la segunda pepa, con otro error defensivo en la marcación zonal junto a una salida lamentable de Estrada, que pierde el balón con Luis Fabiano y se la deja a Robinho para decretar un shock chileno global, de esos catastróficos. Casi de inmediato termina el primer tiempo y los comentarios ya son lapidarios, desde el "tenemos que evitar la goleada" al "Brasil es Brasil y siempre golea a Chile". Era un momento de pausa y, tan impulsivo como siempre, tiro el rollo futbolísitico buscando una reacción de mis pares, hablando del problema Maicon y la cuestión defensiva zonal que planteaba antes. Pero todos me miraron en silencio, casi como si hablara en otro idioma y parecía como el pastel de la noche, medio aguafiestas, casi traumado por pensar que era el único que ve el futbol pensando en futbol. La reacción, luego del silencio por el comentario, fue seguir con el mar de lágrimas y vaticinios hacia la "Roja de Todos" (a destacar el comentario de una bruja famosa que dijo que Bravo iba a ser el héroe de la noche y que Valdivia nos salvaba) y pensé en tirar la segunda opción rescatable para comentar de fútbol: tirar el rollo hinchada. Me acordaba de lo que dijo Bielsa antes del partido, eso de recordar siempre el grito de la Garra Blanca cuando el Colo va perdiendo ("cuando el equipo anda mal, la hinchada lo hace ganar"), esperando ya ver reacciones más cordiales. Les comenté lo del grito, no lo conocían y se los dije, observando el mismo silencio anterior, con la misma forma de verme como ese wn que se mofa o plantea absurdos para una situación normal, como que no compartía el sufrimiento criollo, no se, me vi en un extrañamiento radical.

En fin, para que hablar del 2º tiempo cuando ya todo se diluyó con cambios apresurados (Cereceda no aportó en nada y Beasejour mostró más que Mark, pero no era algo trascedente para contrarrestar a Brasil según nuestras propias fallas) y nos hicieron el 3º, con una defensa que ya no veía nada en lo absoluto y un equipo que esperaba un grito de aliento, algo de la hinchada que solo se transformó en vacíos y silencios, nunca en un apoyo. Nadie recordó a Bielsa y sus palabras, solo vieron como una goleada histórica nos podía tocar de nuevo, cuantos goles les ha hecho Brasil a Bravo y esperanzas ya de terminar lueguito el partido, especialmente cuando Valdivia fue expulsado y ya no se veía por donde.

Al final, el partido se terminó, se acabó y, bueno, se perdió. ¿Y qué? Perdamos, pero aprendamos para no ser otro Carcuro más en la estadística, hablemos y veamos fútbol si eso es el motivo de reunirnos, pasemoslo bien cachando lo que pasa. Gritemos por último, apoyemos, que se yo. Hay que ser críticos, incisivos, pero siempre cuidadosos con no caer en trivializar lo que hacemos, ese punto de ridiculizar tanto algo para esconder el desconocimiento de lo mismo (en este caso, el fútbol). No, es que la cosa no es identificar un jugador por su número de camiseta o comprender un partido por el resultado, la verdadera lección que saco, personalmente y caliente aun con lo que pasó en el Nacional, es que aunque Bielsa le cambie la mentalidad al jugador, va a ser muy difícil que nos la cambie a nosotros, el hincha pasional que es un mero exitista de situaciones. Bielsa se equivocó, porque descontroló a su equipo y le añadió una presión extra, con errores en los cambios, equivocaciones que se le perdonan por su gran trabajo. Y de eso solo hay que concluir que se perdió un partido, pero queda mucho más por hacer. Lamentablemente, el problema está en que nosotros nos equivocamos aun más, rotundamente, al no reconocernos en lo que nos define, a trivializar todo lo que vemos y definimos como fútbol cuando juega la selección y, al final, a no aprender nada más que alegrarse o deprimirse por un resultado. Y ¿saben qué? Respeto esa pasión del hincha aunque sea así, exitista, pero lo que no puedo tolerar es que al final no aprendamos nada, que tengamos que perder para al final terminar igual que al principio, con juntas futuras donde como cábala nos tenemos que pintar todos la cara para ganar, pero que no dejan nada, absolutamente nada en limpio. Ahí, shilenos todos, si que perdimos y por goleada rotunda, ya que siento que toda la mejoría del jugador se hunde por la miseria del hincha.

Y bueno, ante todo, mi reacción al terminar el partido fue una sola, aunque inconsciente: quedarme en un rincón, en silencio, super deprimido, masticando el grito del Colo que nombraba Bielsa, pensando en las noticias futboleras de la noche, imaginando la marraqueta más chica al otro día y ya, dándome cuenta, que parece que el próximo partido mejor lo veo solo, como el apático que parezco ser.

Saludos.

miércoles, 23 de julio de 2008

El fútbol se fue para Talca

"El asunto más dificil es encontrar algo para reemplazar al fútbol, porque no hay nada"
Kevin Keegan

Suena mi celular. Era domingo, había carreteado en una disco y estaba donde un compañero de la U. Solo eso entendía, entre desorientado y encañado, mientras seguía sonando Evidence de Faith No More como ringtone del celular. Me levanté rápido y super perdido, sin recordar bien adonde estaba. Cuando pude contestar sonó la voz de un amigo que me preguntaba por el partido del Colo con Rangers, si lo podía ir a ver mi casa. No entendía mucho, pero pude responderle que no podía porque tenía que salir, que le avisaba cualquier cambio de planes. Luego atiné a ver que eran las 3 de la tarde, mi atraso se hizo real para mi junta de las 4.30 y solo salí con rumbo a casa.

Llego al metro y antes de entrar prendo un cigarro para adecuarme a lo que se venía, cuando de pronto veo una mina de la disco que iba entrando rápido, quizás tan apurada como yo. Era una mina que me llamó la atención por su simpleza y, respetando lo mismo, casi no me interesó que pasara, estaba bien, que siguiera su marcha de atrasado mientras yo me detenía para hilar la cabeza y disfrutar de darme aún un tiempo.

Después no me acuerdo de mucho hasta que llegué a mi casa. Mis viejos, como siempre, me piden explicaciones o detalles varios de todo, generalmente evocando respuestas absurdas relatando algo que los satisfaga, mientras mi preocupación mayor va por comer algo para salir rápido y la de ellos por cuadrar que estaba pasando. Cuando el bombardeo cesó y finalmente tengo el plato frente a mí, suena denuevo mi celular sabiendo que era con quien me iba ajuntar. Me dice, dentro de su lenguaje extraño, que no puede salir. A mi me costó harto entenderlo, solo asentí y le dije que me llamara cuando volviera de sus vacaciones en Talca.

Volví a la rutina y me di cuenta que, aunque no había apuro, la comida estaba planificada para que no la disfrutara y debe ser por eso que no me acuerdo de ese almuerzo ni de nada hasta estar instalado en mi cama, casi durmiendo. Eran como las 3.45 y aprovecho de llamar a mi amigo para decirle que viniera, que no iba a salir, que vieramos el partido. Pero él estaba durmiendo y me di cuenta que no iba a llegar. Al cortar, prendo recién la tele y veo la repetición de un golazo de Gazale, una volea de la nada que hace esteril la volada de Ferrando y me turba un poco alegremente. Sigo viendo el partido aun extrañado y, cuando terminaba el primer tiempo, Rangers empata las cosas con un tiro libre de Barra, jugada preparada en que dan un toquecito al balón hacia el centro para que el defensa llegue corriendo a pegarle con un tiro rasante, que desarma a la barrera, a un Tigre impávido y mi ánimo de fútbol.

Dejo la tele encendida, dormito todo el entretiempo y cuando empieza el segundo ya estoy más claro. Y, para mi sorpresa, veo un partidazo de aquellos, maravilloso, a pesar de que perdió el colo. El gusto por el futbol fue tan fuerte al ver a jugadores tan aguerridos, dándolo todo en la cancha, que me dejo satisfecho completamente un partido que perdió el Colo 3-2. "El triunfo se fue a Talca" pensé, pero en parte estaba pagado. Se fueron los puntos a Talca, pero tenía el fútbol en mi sangre de la forma más rara que me llega.

Pasan algunos días y les narro a unas amigas una jugada del partido que más me emocionó. Atacaba con todo el Colo cuando estaba perdiendo y, en un lapso aproximado de un minuto, hubo como 6 o 7 tiros seguidos al arco de Rangers que los atajaba el arquero o rebotaban en la defensa. Uno tras otro caían los tiros albos lanzados como fuera, algunos antojadizos y otros con el alma, mientras los defensas talquinos atajaban lo que venía, se iban derecho al pasto y volvían a pararse absorvidos por la obsesión de atrapar lo que fuera, de mantener su arco intacto. Palma gritaba cada tiro agónicamente, el estadio se llenaba de euforia y yo estaba extasiado viendo lo que pasaba, hasta que la pelota salió por la banda. Luego de eso, Palma dijo que los jugadores parecían palitroques y Poli lo asemejó a un fusilamiento. Para mi fue solo fútbol.

Mientras tanto mis amigas me mirán enrarecidas, una futbolera que probablemente me entiende, la otra quizás pensando que estaba loco. Cuando ya era la hora de finalizar el relato atino a pensar en decir ese cliché que había observado al terminar el partido ("el triunfo se fue a Talca"), pero tengo un bloqueo mental y vuelvo a sentirme extrañado, observando esa ciudad como un mito irreal que cobra sentido en momentos oscuros, como en ese día domingo, para luego solo pensar: "¿cómo? ¿A Talca? Tú te vas a Talca junto con los 3 puntos, mientras yo me quedo esperando que llames al volver y con un partido de ensueño". En ese momento veo a mis amigas mirándome con cara de termina la historia y me doy cuenta de que tengo que decir lo que sea, de volver a la realidad. Las miro absorto en mis pensamientos hasta que, con un gesto de inercia, finalmente balbuceo sonriente: "vieron, el fútbol se fue para Talca"
.

jueves, 8 de mayo de 2008

¿Todo a las pailas?

I can't dance, I can't talk.
Only thing about me is the way I walk.
I can't dance, I can't sing
I'm just standing here selling everything.

En realidad, todo se está yendo a las pailas. A veces me encierro y miro como funcionaban las cosas antes, hace unos 3 meses, como se podía cumplir o creer que se cumplía y mantener la estabilidad, la certeza en algo netamente funcional. Y sí, todo rendía. Habían 3 equipos chilenos en la libertadores luchando por avanzar, el campeonato seguía su curso regular con los grandes peleando las cosas, Colo Colo le había ganado a Boca 2-0 con un Borghi que mantenía siempre la tranquilidad del hincha al jugar siempre mirando hacia adelante (más adelante escribiré algo sobre él), la UC y la U seguían con afán las reformas de sus equipos y yo llevaba casi 4 años y 5 meses pololeando. Todo era una relativa seguridad, las cosas seguían su impulso corriente, se vivía dentro de un regocijo (que ocultamente es algo amargo) que identifica siempre al hincha, del bichito que te dice que las cosas van, funcionan y se sigue adelante con todo el apoyo que se pueda entregar, pero hay algo metido que te da problemas, te cuesta dormir un poco y lo que vas escuchando se tiñe con un dejo de melancolía. No puedes mirar a los ojos para que no te encuentren un punto de extrañeza, la sospecha de que algo no cuadre, aunque funcione todo aparentemente bien.

El fútbol es, en ocasiones, la droga perfecta del hincha. Uno se olvida de todos los problemas, solo por un momento, gracias al extasis de ver a tu equipo ganando, jugando bien, haciendo todo lo que uno puede pedir. Los problemas se esfuman mientras Barrios la encaje como sabe, Villalobos saque otro gol extraordinario o Medel nos enseñe que si hay garra (personalmente agradezco eso en exceso). Las alegrías pueden ser inconmensurables para quienes vibran con algo tan extraordinario, pero que a veces nos trae amarguras. Porque a veces llega el bajón, incluso de corrido para muchos: se fue Borghi del Colo y de ahi que no han levantado cabeza, con suerte clasificaron a play offs y el equipo parece que se va a desmantelar de un momento a otro; en la U tampoco parece que hay vuelta, Salah perdiendo los hilos con declaraciones infundadas, se van sobre Salas asignandole responsabilidades que él no tiene; ya no hay equipos en la Libertadores, aunque la UC, el Colo y Audax (incluso) lucharon hasta las últimas; no va gente al estadio, no hay ánimo de nada, ni de seguir adelante después de mi término hace 3 meses por "razones incurables" podría decir.

Razones incurables, dolores irrazonables para un externo. Cerrar una puerta con llave y no saber si tirarla o guardarla para momentos de soledad, cuando no haya salidas... o quizás para recordar. Un estilo de vida algo extremo, poco cuidadoso, extraño en realidad. Cuando el fútbol no te da respaldos a lo emocional, uno le echa la culpa al fútbol. Si el Colo ganara quizás como andaría, pero no, no pasa nada. Todo se está yendo a las pailas al parecer. El hincha se vuelve apático, poco funcional, dependiente y anda triste, aunque el apoyo es incondicional, permanente. No se, en realidad me siento tan hincha que me dan ganas de borrar tantas cosas de esto, pero no puedo. No es malo, solo sucede, las cosas van cambiando, hacia donde se dirijan, como sea, van cambiando. Nos cae la teja de improviso y nos ahogamos en un vaso de agua ante la impotencia emocional que se recoge en el fútbol más de lo que creemos.

Lógicamente, es más que fútbol, todo esto, pero influye tanto que no creemos recordar donde dejamos la línea divisoria. El momento en que dejamos de creernos periodistas deportivos después de gritar una puteada por algo que falla cuando la cara se te llena de una impotencia y amargura tan sofisticada, tan silenciosa, que permanece de alguna manera en todo lo que hacemos. No se, soy excesivo, lo entiendo. Y divago, no creo que sea tan malo. De verdad, no lo creo, mientras insuflo aire para continuar. ¿Todo a las pailas? Espero, Ñublense admirable, junto a todas esas circunstancias pequeñas que aun están pendientes, que no.

Saludos.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Cartagua inmutable, ¿por las bandas o el centro?

Hace un rato llegué de Cartagena por el típico paseo de la Chile. Lo pasé demasiado bien, especialmente porque no iba con los típicos "amigos" ni gente con la cual había carreteado demasiado, solo con quienes me caían bien y al final fue lo mejor, porque a pesar de llevar uno tanto tiempo en la carrera se sigue sorprendiendo constantemente. Fue una cautivadora sensación de tranquilidad, casi de estabilidad que te genera esa playita casi mística, el reencuentro y la locura que siempe genera.

El día partió extraño, preocupado por el bus atrasadísimo y la gente que desertaba mientras pasaban los minutos, los ramos que dejaba botados y, en cierta forma, el partido de la UC. Un tipo como Carvallo es algo serio tácticamente, ordenado, con un esquema realmente idóneo para lo que tiene en el equipo. Pero lo más interesante (y complejo) es la mezcla especial que tiene en el centro del campo, especialmente en el lado de quite. Son 3 jugadores que cumplen muy bien su función y se entienden.

En primer lugar, Jorge Ormeño. El típico mediocentro cuya mayor virtud es el orden, alejado del nivel que poseen hombres como Melendez o Medel en Chile, pero rescatable para el fútbol nacional. Es lento, algo torpe, está viejo y le falta fútbol, pero es un emblema en su equipo y es sumamente cauteloso en su orden posicional, un tipo regular, digamos confiable.

Algo más adelantado juegan 2 hombres muy distintos. Por un lado está un gran acierto de Carvallo, Vásquez, porque es un jugador limitado pero, tal cual como Ormeño, es muy confiable en su posición. Y lo mejor es que actúa como el complemento del 3 cruzado, porque tiene salida, genera algo de fútbol, corretea y es más ágil. Por lo tanto ya hay 2 hombres confiables que se compenetran en una posición muy dificil de adaptar.
Pero finalmente, la UC posee un monstruo que acompaña a los anteriores: Gary Medel. Este jugador tiene técnica, orden posicional, agilidad, energía y demasiada garra, como para marcar a cualquiera (algo que también se ve mucho en Vidal y se agradece). Es el desahogo y la posibilidad ofensiva, un jugador clave y que en ocasiones puede llevarse el equipo al hombro. Simplemente un lujo para lo que se juega acá.

El problema está en el esquema. River con Simeone juega esencialmente por las bandas, nutriéndose siempre de hombres como Sánchez, Falcao, Rosales (adelantados), Abelairas, Fernandez o Buonarotte (más retrasados, el último más bien centralizado) que son en general rápidos y con buen trato al balón (bueno, Falcao es un jugadorazo y Alexis un crack). Es un buen equipo, pero le falta algo, porque como decía un amigo por ahí, River debe tener uno de los mejores planteles de Sudamérica y ni ahora como con Passarella le han sacado el mayor provecho. Parece un equipo que destaca, pero sigue en construcción para consagrarse a nivel internacional. Pero claramente hay que destacar algo: el punto más "débil" de los argentinos es el acierto cruzado, el mediocentro. Ponzio es un gran jugador, ordenadísimo y con salida, pero que está muy solo, porque Abelairas y Augusto Fernández son tipos de salida que preferencialmente desahogan hacia los rincones con jugadores movedizos, que apoyados por un Ortega ya viejo (pero que sigue siendo Ortega) o Abreu logran movilizar la pelota hacia el centro, aparte de las diagonales. Sencillamente es un equipo que concentra principalmente sus ataques por las bandas, con un delantero de área y pocos hombres al centro. Con una defensa estructurada, mayores problemas no han tenido.
Por lo tanto, un partido interesantísimo (que no podré ver, alguna vaca para FoxSports! xD) cuyo mayor atractivo es que lo mejor y peor de un equipo es exactamente lo peor y mejor del otro, respectivamente (centro-bandas). ¿Quién se llevará el triunfo? Es un partido bastante cerrado, pero cualquiera (excepto hinchas) pensarían que River lo haría.

Tengo un lapsus. Estoy medio quemado, algo lento y con recuerdos tangibles de la caña y la arena pegada en la piel, pero tengo ganas de escribir aun. Naturalmente no pensé todo eso en el bus (nunca tan weon, solo pensé un segundo en eso), porque me preocupaba más el calor de la playa, pasarlo bien en el bus, si había harta onda, si me llevaría bien con quienes me iba (que repito, es buena gente y me llevo re bien, pero no son amigazos) y en el eterno retorno al copete.

Pero bueno, todos esos rollos se iban cuando pensaba que la tranquilidad estaba generalmente en la estabilidad, en la regularidad. Porque para mi Cartagua siempre termina igual: una caña infernal en el bus apaciaguada por chelas de última hora, la mejor onda con quienes me fui (siempre increible con casi todos), terminar cuatico con la playa y con melancolía al entrar de vuelta a Santiago (no se sí tan exagerado como la idea de los viajes de Bolaño, pero algo hay). En general, un buen viaje.

Y bueno, ahí el nexo: Cartagua mantuvo sus encantos y mientras escribo esto Rosales les metió el 2-1 al minuto 89, quizás de forma injusta para el partido. ¿Suerte, errores tácticos? Seré más estúpido y pasional con esto, ya que creo que la UC se parece mucho a Cartagua, porque mientras en la playita siempre hay puntos que son inmutables desde mi perspectiva, la UC tiene otro esencial: arrugan. Y todo me queda claro, volviendo a la calma, mientras el hincha cruzado mastica su chela, quizás pensando si era por las bandas o por el centro. Yo, obviamente, prefiero el cartagua inmutable.

Saludos

viernes, 7 de marzo de 2008

A modo de introducción: el fútbol como vida

Si buscas la verdad prepárate para lo inesperado, pues
es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras
.
Heráclito


Hacer este blog es una especie de desahogo. Soy un hincha del fútbol y del efecto que este puede tomar, la pasión que genera y domina las venas en ciertos momentos. No voy al extremo de enloquecer, sino de respirar lo que este deporte recrea en simples espectadores desde su perspectiva vivencial, del hecho de que el fútbol ocupe un lugar importante en la perspectiva de cada persona de una forma tan simple que a veces uno no lo percibe, es algo que sucede y ya.

Porque en general hablar de fútbol es complejo si hay discrepancias importantes. Claro, cuando uno habla con alguien que se enfoca de la misma forma que tú (por ejemplo, que en mi caso le guste el Colo, prefiera el futbol espectáculo con jugadores habilidosos y el tipo de juego enfocado en el control de balón la construcción desde el centro de la cancha y la sorpresa posicional como lo de Cristiano Ronaldo y Arsene Wenger, respectivamente), no hay tantos problemas y las diferencias son aparentes, ya que solo funcionan como paradigmas que no impiden llegar a conclusiones muy similares. El conflicto existe cuando hay otros gustos de por medio, ya que será muy factible que se llegue a discusiones absurdas, en general extrafutbolísticas centradas en descalificar y defenderse de los ataques que se hacen personales cuando atentan contra tu idea del futbol. Pero principalmente se da cuando uno, de forma inconciente y espontanea, busca imponer la verdad por sobre la idea que tiene el otro, aunque se hable dentro de parámetros futbolisticos adecuados y más que plausibles. Esto es lo más extraño ya que siempre hay un afán de centralizar todo en ideas objetivas y universalizadoras del fútbol, con un propósito de discutir casi como si fuera parte de un método o de una lógica globalizada que funcionara sin reproches.

Por esto último yo no quiero hablar en términos estrictamente futbolísticos y con ánimo de transformarme en comentarista de situaciones, del dueño de las respuestas y anticipador táctico, algo que me gusta mucho pero escapa de lo que humildemente podría hacer. Me encanta el fútbol y reconozco que para hablar de él uno solo deja brotar vivencias y emociones que son lo que le dan verdadera vida. Es una forma de desahogo que en parte me molesta por lo egocéntrico de su origen, pero que tranquilizan y permiten que la vida siga su curso de una forma más placentera.

Cuando se habla de fútbol la gente está más contenta o más llena de vida, como que se transforma en amante y amado. Porque por un lado se es hincha, pero por otro es razón de ser, casi una identidad propia que uno generalmente no comprende. Las emociones brotan en los partidos junto a comentarios mínimos por la tele, dialogos eternos acompañados de inolvidables chelas, al estar en el estadio gritando o a sufrir por la radio cuando no hay otra. Esos son casos especiales, circunstancias que hacen que se nos paren los pelos y nos hacen ver como hinchas o amantes, pero uno no se puede olvidar de que hay una característica general que de alguna forma hace que se respire distinto: que uno se reencuentra en este deporte no con un afán de encontrar una idea de verdad (aunque a veces se intente de forma arrebatada), sino que con la gracia de que la verdad se encuentre en el afán de cada hincha al sentirse eterno y permanente en algunos momentos, que son lo que me motiva a hacer este blog. Por eso, no vengo a escribir cuentos ni se hacerlo, solo puedo reescribir lo que de alguna forma lei. Como siempre, Borges es un visionario en todo.

Saludos.