miércoles, 12 de marzo de 2008

Cartagua inmutable, ¿por las bandas o el centro?

Hace un rato llegué de Cartagena por el típico paseo de la Chile. Lo pasé demasiado bien, especialmente porque no iba con los típicos "amigos" ni gente con la cual había carreteado demasiado, solo con quienes me caían bien y al final fue lo mejor, porque a pesar de llevar uno tanto tiempo en la carrera se sigue sorprendiendo constantemente. Fue una cautivadora sensación de tranquilidad, casi de estabilidad que te genera esa playita casi mística, el reencuentro y la locura que siempe genera.

El día partió extraño, preocupado por el bus atrasadísimo y la gente que desertaba mientras pasaban los minutos, los ramos que dejaba botados y, en cierta forma, el partido de la UC. Un tipo como Carvallo es algo serio tácticamente, ordenado, con un esquema realmente idóneo para lo que tiene en el equipo. Pero lo más interesante (y complejo) es la mezcla especial que tiene en el centro del campo, especialmente en el lado de quite. Son 3 jugadores que cumplen muy bien su función y se entienden.

En primer lugar, Jorge Ormeño. El típico mediocentro cuya mayor virtud es el orden, alejado del nivel que poseen hombres como Melendez o Medel en Chile, pero rescatable para el fútbol nacional. Es lento, algo torpe, está viejo y le falta fútbol, pero es un emblema en su equipo y es sumamente cauteloso en su orden posicional, un tipo regular, digamos confiable.

Algo más adelantado juegan 2 hombres muy distintos. Por un lado está un gran acierto de Carvallo, Vásquez, porque es un jugador limitado pero, tal cual como Ormeño, es muy confiable en su posición. Y lo mejor es que actúa como el complemento del 3 cruzado, porque tiene salida, genera algo de fútbol, corretea y es más ágil. Por lo tanto ya hay 2 hombres confiables que se compenetran en una posición muy dificil de adaptar.
Pero finalmente, la UC posee un monstruo que acompaña a los anteriores: Gary Medel. Este jugador tiene técnica, orden posicional, agilidad, energía y demasiada garra, como para marcar a cualquiera (algo que también se ve mucho en Vidal y se agradece). Es el desahogo y la posibilidad ofensiva, un jugador clave y que en ocasiones puede llevarse el equipo al hombro. Simplemente un lujo para lo que se juega acá.

El problema está en el esquema. River con Simeone juega esencialmente por las bandas, nutriéndose siempre de hombres como Sánchez, Falcao, Rosales (adelantados), Abelairas, Fernandez o Buonarotte (más retrasados, el último más bien centralizado) que son en general rápidos y con buen trato al balón (bueno, Falcao es un jugadorazo y Alexis un crack). Es un buen equipo, pero le falta algo, porque como decía un amigo por ahí, River debe tener uno de los mejores planteles de Sudamérica y ni ahora como con Passarella le han sacado el mayor provecho. Parece un equipo que destaca, pero sigue en construcción para consagrarse a nivel internacional. Pero claramente hay que destacar algo: el punto más "débil" de los argentinos es el acierto cruzado, el mediocentro. Ponzio es un gran jugador, ordenadísimo y con salida, pero que está muy solo, porque Abelairas y Augusto Fernández son tipos de salida que preferencialmente desahogan hacia los rincones con jugadores movedizos, que apoyados por un Ortega ya viejo (pero que sigue siendo Ortega) o Abreu logran movilizar la pelota hacia el centro, aparte de las diagonales. Sencillamente es un equipo que concentra principalmente sus ataques por las bandas, con un delantero de área y pocos hombres al centro. Con una defensa estructurada, mayores problemas no han tenido.
Por lo tanto, un partido interesantísimo (que no podré ver, alguna vaca para FoxSports! xD) cuyo mayor atractivo es que lo mejor y peor de un equipo es exactamente lo peor y mejor del otro, respectivamente (centro-bandas). ¿Quién se llevará el triunfo? Es un partido bastante cerrado, pero cualquiera (excepto hinchas) pensarían que River lo haría.

Tengo un lapsus. Estoy medio quemado, algo lento y con recuerdos tangibles de la caña y la arena pegada en la piel, pero tengo ganas de escribir aun. Naturalmente no pensé todo eso en el bus (nunca tan weon, solo pensé un segundo en eso), porque me preocupaba más el calor de la playa, pasarlo bien en el bus, si había harta onda, si me llevaría bien con quienes me iba (que repito, es buena gente y me llevo re bien, pero no son amigazos) y en el eterno retorno al copete.

Pero bueno, todos esos rollos se iban cuando pensaba que la tranquilidad estaba generalmente en la estabilidad, en la regularidad. Porque para mi Cartagua siempre termina igual: una caña infernal en el bus apaciaguada por chelas de última hora, la mejor onda con quienes me fui (siempre increible con casi todos), terminar cuatico con la playa y con melancolía al entrar de vuelta a Santiago (no se sí tan exagerado como la idea de los viajes de Bolaño, pero algo hay). En general, un buen viaje.

Y bueno, ahí el nexo: Cartagua mantuvo sus encantos y mientras escribo esto Rosales les metió el 2-1 al minuto 89, quizás de forma injusta para el partido. ¿Suerte, errores tácticos? Seré más estúpido y pasional con esto, ya que creo que la UC se parece mucho a Cartagua, porque mientras en la playita siempre hay puntos que son inmutables desde mi perspectiva, la UC tiene otro esencial: arrugan. Y todo me queda claro, volviendo a la calma, mientras el hincha cruzado mastica su chela, quizás pensando si era por las bandas o por el centro. Yo, obviamente, prefiero el cartagua inmutable.

Saludos

viernes, 7 de marzo de 2008

A modo de introducción: el fútbol como vida

Si buscas la verdad prepárate para lo inesperado, pues
es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras
.
Heráclito


Hacer este blog es una especie de desahogo. Soy un hincha del fútbol y del efecto que este puede tomar, la pasión que genera y domina las venas en ciertos momentos. No voy al extremo de enloquecer, sino de respirar lo que este deporte recrea en simples espectadores desde su perspectiva vivencial, del hecho de que el fútbol ocupe un lugar importante en la perspectiva de cada persona de una forma tan simple que a veces uno no lo percibe, es algo que sucede y ya.

Porque en general hablar de fútbol es complejo si hay discrepancias importantes. Claro, cuando uno habla con alguien que se enfoca de la misma forma que tú (por ejemplo, que en mi caso le guste el Colo, prefiera el futbol espectáculo con jugadores habilidosos y el tipo de juego enfocado en el control de balón la construcción desde el centro de la cancha y la sorpresa posicional como lo de Cristiano Ronaldo y Arsene Wenger, respectivamente), no hay tantos problemas y las diferencias son aparentes, ya que solo funcionan como paradigmas que no impiden llegar a conclusiones muy similares. El conflicto existe cuando hay otros gustos de por medio, ya que será muy factible que se llegue a discusiones absurdas, en general extrafutbolísticas centradas en descalificar y defenderse de los ataques que se hacen personales cuando atentan contra tu idea del futbol. Pero principalmente se da cuando uno, de forma inconciente y espontanea, busca imponer la verdad por sobre la idea que tiene el otro, aunque se hable dentro de parámetros futbolisticos adecuados y más que plausibles. Esto es lo más extraño ya que siempre hay un afán de centralizar todo en ideas objetivas y universalizadoras del fútbol, con un propósito de discutir casi como si fuera parte de un método o de una lógica globalizada que funcionara sin reproches.

Por esto último yo no quiero hablar en términos estrictamente futbolísticos y con ánimo de transformarme en comentarista de situaciones, del dueño de las respuestas y anticipador táctico, algo que me gusta mucho pero escapa de lo que humildemente podría hacer. Me encanta el fútbol y reconozco que para hablar de él uno solo deja brotar vivencias y emociones que son lo que le dan verdadera vida. Es una forma de desahogo que en parte me molesta por lo egocéntrico de su origen, pero que tranquilizan y permiten que la vida siga su curso de una forma más placentera.

Cuando se habla de fútbol la gente está más contenta o más llena de vida, como que se transforma en amante y amado. Porque por un lado se es hincha, pero por otro es razón de ser, casi una identidad propia que uno generalmente no comprende. Las emociones brotan en los partidos junto a comentarios mínimos por la tele, dialogos eternos acompañados de inolvidables chelas, al estar en el estadio gritando o a sufrir por la radio cuando no hay otra. Esos son casos especiales, circunstancias que hacen que se nos paren los pelos y nos hacen ver como hinchas o amantes, pero uno no se puede olvidar de que hay una característica general que de alguna forma hace que se respire distinto: que uno se reencuentra en este deporte no con un afán de encontrar una idea de verdad (aunque a veces se intente de forma arrebatada), sino que con la gracia de que la verdad se encuentre en el afán de cada hincha al sentirse eterno y permanente en algunos momentos, que son lo que me motiva a hacer este blog. Por eso, no vengo a escribir cuentos ni se hacerlo, solo puedo reescribir lo que de alguna forma lei. Como siempre, Borges es un visionario en todo.

Saludos.