miércoles, 23 de julio de 2008

El fútbol se fue para Talca

"El asunto más dificil es encontrar algo para reemplazar al fútbol, porque no hay nada"
Kevin Keegan

Suena mi celular. Era domingo, había carreteado en una disco y estaba donde un compañero de la U. Solo eso entendía, entre desorientado y encañado, mientras seguía sonando Evidence de Faith No More como ringtone del celular. Me levanté rápido y super perdido, sin recordar bien adonde estaba. Cuando pude contestar sonó la voz de un amigo que me preguntaba por el partido del Colo con Rangers, si lo podía ir a ver mi casa. No entendía mucho, pero pude responderle que no podía porque tenía que salir, que le avisaba cualquier cambio de planes. Luego atiné a ver que eran las 3 de la tarde, mi atraso se hizo real para mi junta de las 4.30 y solo salí con rumbo a casa.

Llego al metro y antes de entrar prendo un cigarro para adecuarme a lo que se venía, cuando de pronto veo una mina de la disco que iba entrando rápido, quizás tan apurada como yo. Era una mina que me llamó la atención por su simpleza y, respetando lo mismo, casi no me interesó que pasara, estaba bien, que siguiera su marcha de atrasado mientras yo me detenía para hilar la cabeza y disfrutar de darme aún un tiempo.

Después no me acuerdo de mucho hasta que llegué a mi casa. Mis viejos, como siempre, me piden explicaciones o detalles varios de todo, generalmente evocando respuestas absurdas relatando algo que los satisfaga, mientras mi preocupación mayor va por comer algo para salir rápido y la de ellos por cuadrar que estaba pasando. Cuando el bombardeo cesó y finalmente tengo el plato frente a mí, suena denuevo mi celular sabiendo que era con quien me iba ajuntar. Me dice, dentro de su lenguaje extraño, que no puede salir. A mi me costó harto entenderlo, solo asentí y le dije que me llamara cuando volviera de sus vacaciones en Talca.

Volví a la rutina y me di cuenta que, aunque no había apuro, la comida estaba planificada para que no la disfrutara y debe ser por eso que no me acuerdo de ese almuerzo ni de nada hasta estar instalado en mi cama, casi durmiendo. Eran como las 3.45 y aprovecho de llamar a mi amigo para decirle que viniera, que no iba a salir, que vieramos el partido. Pero él estaba durmiendo y me di cuenta que no iba a llegar. Al cortar, prendo recién la tele y veo la repetición de un golazo de Gazale, una volea de la nada que hace esteril la volada de Ferrando y me turba un poco alegremente. Sigo viendo el partido aun extrañado y, cuando terminaba el primer tiempo, Rangers empata las cosas con un tiro libre de Barra, jugada preparada en que dan un toquecito al balón hacia el centro para que el defensa llegue corriendo a pegarle con un tiro rasante, que desarma a la barrera, a un Tigre impávido y mi ánimo de fútbol.

Dejo la tele encendida, dormito todo el entretiempo y cuando empieza el segundo ya estoy más claro. Y, para mi sorpresa, veo un partidazo de aquellos, maravilloso, a pesar de que perdió el colo. El gusto por el futbol fue tan fuerte al ver a jugadores tan aguerridos, dándolo todo en la cancha, que me dejo satisfecho completamente un partido que perdió el Colo 3-2. "El triunfo se fue a Talca" pensé, pero en parte estaba pagado. Se fueron los puntos a Talca, pero tenía el fútbol en mi sangre de la forma más rara que me llega.

Pasan algunos días y les narro a unas amigas una jugada del partido que más me emocionó. Atacaba con todo el Colo cuando estaba perdiendo y, en un lapso aproximado de un minuto, hubo como 6 o 7 tiros seguidos al arco de Rangers que los atajaba el arquero o rebotaban en la defensa. Uno tras otro caían los tiros albos lanzados como fuera, algunos antojadizos y otros con el alma, mientras los defensas talquinos atajaban lo que venía, se iban derecho al pasto y volvían a pararse absorvidos por la obsesión de atrapar lo que fuera, de mantener su arco intacto. Palma gritaba cada tiro agónicamente, el estadio se llenaba de euforia y yo estaba extasiado viendo lo que pasaba, hasta que la pelota salió por la banda. Luego de eso, Palma dijo que los jugadores parecían palitroques y Poli lo asemejó a un fusilamiento. Para mi fue solo fútbol.

Mientras tanto mis amigas me mirán enrarecidas, una futbolera que probablemente me entiende, la otra quizás pensando que estaba loco. Cuando ya era la hora de finalizar el relato atino a pensar en decir ese cliché que había observado al terminar el partido ("el triunfo se fue a Talca"), pero tengo un bloqueo mental y vuelvo a sentirme extrañado, observando esa ciudad como un mito irreal que cobra sentido en momentos oscuros, como en ese día domingo, para luego solo pensar: "¿cómo? ¿A Talca? Tú te vas a Talca junto con los 3 puntos, mientras yo me quedo esperando que llames al volver y con un partido de ensueño". En ese momento veo a mis amigas mirándome con cara de termina la historia y me doy cuenta de que tengo que decir lo que sea, de volver a la realidad. Las miro absorto en mis pensamientos hasta que, con un gesto de inercia, finalmente balbuceo sonriente: "vieron, el fútbol se fue para Talca"
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