I can't dance, I can't talk.
Only thing about me is the way I walk.
Only thing about me is the way I walk.
I can't dance, I can't sing
I'm just standing here selling everything.
En realidad, todo se está yendo a las pailas. A veces me encierro y miro como funcionaban las cosas antes, hace unos 3 meses, como se podía cumplir o creer que se cumplía y mantener la estabilidad, la certeza en algo netamente funcional. Y sí, todo rendía. Habían 3 equipos chilenos en la libertadores luchando por avanzar, el campeonato seguía su curso regular con los grandes peleando las cosas, Colo Colo le había ganado a Boca 2-0 con un Borghi que mantenía siempre la tranquilidad del hincha al jugar siempre mirando hacia adelante (más adelante escribiré algo sobre él), la UC y la U seguían con afán las reformas de sus equipos y yo llevaba casi 4 años y 5 meses pololeando. Todo era una relativa seguridad, las cosas seguían su impulso corriente, se vivía dentro de un regocijo (que ocultamente es algo amargo) que identifica siempre al hincha, del bichito que te dice que las cosas van, funcionan y se sigue adelante con todo el apoyo que se pueda entregar, pero hay algo metido que te da problemas, te cuesta dormir un poco y lo que vas escuchando se tiñe con un dejo de melancolía. No puedes mirar a los ojos para que no te encuentren un punto de extrañeza, la sospecha de que algo no cuadre, aunque funcione todo aparentemente bien.
El fútbol es, en ocasiones, la droga perfecta del hincha. Uno se olvida de todos los problemas, solo por un momento, gracias al extasis de ver a tu equipo ganando, jugando bien, haciendo todo lo que uno puede pedir. Los problemas se esfuman mientras Barrios la encaje como sabe, Villalobos saque otro gol extraordinario o Medel nos enseñe que si hay garra (personalmente agradezco eso en exceso). Las alegrías pueden ser inconmensurables para quienes vibran con algo tan extraordinario, pero que a veces nos trae amarguras. Porque a veces llega el bajón, incluso de corrido para muchos: se fue Borghi del Colo y de ahi que no han levantado cabeza, con suerte clasificaron a play offs y el equipo parece que se va a desmantelar de un momento a otro; en la U tampoco parece que hay vuelta, Salah perdiendo los hilos con declaraciones infundadas, se van sobre Salas asignandole responsabilidades que él no tiene; ya no hay equipos en la Libertadores, aunque la UC, el Colo y Audax (incluso) lucharon hasta las últimas; no va gente al estadio, no hay ánimo de nada, ni de seguir adelante después de mi término hace 3 meses por "razones incurables" podría decir.
Razones incurables, dolores irrazonables para un externo. Cerrar una puerta con llave y no saber si tirarla o guardarla para momentos de soledad, cuando no haya salidas... o quizás para recordar. Un estilo de vida algo extremo, poco cuidadoso, extraño en realidad. Cuando el fútbol no te da respaldos a lo emocional, uno le echa la culpa al fútbol. Si el Colo ganara quizás como andaría, pero no, no pasa nada. Todo se está yendo a las pailas al parecer. El hincha se vuelve apático, poco funcional, dependiente y anda triste, aunque el apoyo es incondicional, permanente. No se, en realidad me siento tan hincha que me dan ganas de borrar tantas cosas de esto, pero no puedo. No es malo, solo sucede, las cosas van cambiando, hacia donde se dirijan, como sea, van cambiando. Nos cae la teja de improviso y nos ahogamos en un vaso de agua ante la impotencia emocional que se recoge en el fútbol más de lo que creemos.
Lógicamente, es más que fútbol, todo esto, pero influye tanto que no creemos recordar donde dejamos la línea divisoria. El momento en que dejamos de creernos periodistas deportivos después de gritar una puteada por algo que falla cuando la cara se te llena de una impotencia y amargura tan sofisticada, tan silenciosa, que permanece de alguna manera en todo lo que hacemos. No se, soy excesivo, lo entiendo. Y divago, no creo que sea tan malo. De verdad, no lo creo, mientras insuflo aire para continuar. ¿Todo a las pailas? Espero, Ñublense admirable, junto a todas esas circunstancias pequeñas que aun están pendientes, que no.
Saludos.
1 comentarios:
Muy de acuerdo. Yo igual soy de los que piensan que el futbol está en constante evolución, pero (para sonrisa de los lectores) pondré a mi equipo en la mira. Municipal Iquique hizo el año antepasado una tremenda campaña, ascendió a 2nda división con partidazos tremendos. Luego, el año pasado, se lució, estuvo en la punta varios días, pero no fue suficiente para contener al imparable Provincial Osorno, que arrasó con el sueño de ver al Tierra de Campeones vestido con colores de primera división. Eso no fue suficiente para que nosotros, la fanaticada incondicional de este conglomerado, nos echáramos a morir, porque se necesita más que eso para que lleguemos a pensar en dejar de alentar al dragón. Verano del 2008, estoy en casa de mis papás, viendo las noticias a la hora del almuerzo, y la sonrisa llena mi cara, y el alma vuelve al cuerpo, al ver que el profe Sulantay asumía la dirección de Municipal Iquique. Todo parecía mejor en su momento, estábamos felices, quizás esta era la oportunidad para llegar a primera (y no a la sudamericana, como dijo por ahí un pretencioso, hedonista, crespito y de mal caracter), pero sucede que a estas alturas no hemos asomado ni la punta de la nariz en la tabla de posiciones... comprensible, Sulantay ha estado malito de salud, se la ha pasado en exámenes y exámenes, e Iquique ha llegado incluso a perderse un penal jugando de local (o era de visita? corríjanme si me equivoco). Tal vez es el curso natural de las cosas, quizás diremos "es que nunca tuvo que ser una actividad para sociedades anónimas", lo único cierto es que el futbol está cambiando... quizás evolución, quizás de-evolución, qué se yo... pero la situación se ve diferente. Quizás más adelante se considerará de nuevo la regla de tope de jugadores extranjeros, o quizás nos dediquemos a jugar water polo (que, contrario a mis esperanzas, no incluye caballos y un baño).
Hoy por hoy, espero que Iquiquito vuelva a ser la sombra de lo que fue el año pasado... y concuerdo con el autor, mi cenicienta se llama "Ñublense".
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